Instituto de Béjar |
En una facultad, cierta alumna le suspendió un examen; cosa rara, pero acudieron los padres a hablar con el profesor. El profesor dio algunas explicaciones mientras la madre se iba apasionando y el padre tiraba de ella para marcharse; al final ella soltó el argumento supremo: “Mi hija no es una gamberra.” ¿A qué venía eso? ¿Qué tenía que ver la calificación de un examen de Química con el eventual gamberrismo de la hija ni qué le importaba eso al profesor? ¿Se dedicaría esa madre a imbuir en su hija la idea de que los fracasos académicos se debían a mala querencia de los profesores? Sea lo que fuese, con esa cabeza, la mujer no podía transmitir cosa buena a su hija.