viernes, 8 de marzo de 2019

Manifestación feminista

Los manifestantes escuchan el fervorín final que les dirige una predicadora.
     En cierta ciudad se ha celebrado la manifestación feminista de ritual con asistencia de algo menos de doscientas personas, la gran mayoría menores de edad que hoy faltaron a sus clases en los institutos; aproximadamente uno de cada mil quinientos habitantes de la ciudad asistió a la manifestación ¡qué éxito! Todas las televisiones, con admirable pluralismo, dándonos la lata durante días con el feminismo, las manifestaciones feministas, los derechos de la mujer, las enormes discriminaciones, la violencia contra las mujeres… El Gobierno lo mismo, además de regar subvenciones a todo grupúsculo que dice defender los derechos de la mujer. Comunidades autónomas y ayuntamientos dale que te pego con el rollo feminista: más subvenciones, pancartas en los edificios públicos, declaraciones… Y al final va una de cada mil quinientas personas y la mayoría por faltar a clase. ¡Qué éxito! ¡Qué éxito! ¡Qué éxito! Por cierto, alrededor de la cuarta parte de los asistentes eran varones, aparentemente y dicho sea con todo respeto a la libre opción de cada uno. Ya nos han aleccionado y legislado que el género de cada uno depende de su autopercepción y la opinión que tengamos los demás no es irrelevante: es ofensiva, discriminatoria, heteropatriarcal y delictiva.
     Entre las cosas que se decían en la manifestación estaba lo de la justicia machista (aunque no explicaron de qué modo, siendo así que la condena contra un hombre es doble que contra una mujer por el mismo delito) y el clásico ripio –¡qué lo incluyan en una antología!- de «fuera rosarios de nuestros ovarios». Sin entrar en las dificultades prácticas para meter algo en los ovarios de una cuarta parte de los asistentes, esta frase anticatólica, tan usada en manifestaciones de extrema izquierda, revela lo fuera del tiempo, lo anticuada y ajena a la realidad que es la progresía activista de izquierdas: vivimos en un país con mayoría amplísima de gobernantes contrarios al catolicismo, con una legislación rabiosamente contraria a las enseñanzas católicas en cualquier tema de importancia moral, con una Iglesia cuyos efectivos y organización se están derrumbando y lo poco que queda no tienen ni ánimo para oponerse a la corriente dominante. ¿Con cuántas décadas o siglos de retraso está pensando nuestra querida progresía?
     ¡Tantos medios y tan magro resultado! ¿Por qué? Pues porque todo esto del feminismo, el victimismo feminista, las manifestaciones, los observatorios de la mujer y demás, está basado en la mentira y el provecho personal de los que se suben al carro. Luego están los tontos útiles que hacen de comparsas sin cobrar, los que ponderarán la magnificencia de cualquier traje de cualquier emperador hasta que aparezca un niño diciendo que va desnudo, los que rellenan su vacío intelectual con lo primero que oyen, etc.
     Para apreciar la falsedad de todo este tinglado feminista que se ha montado sobre la base de mentiras y subvenciones basta considerar tres hechos:
     1º A las izquierdas ni le importan ni le han importado nunca las mujeres y sus derechos, solamente su poder y provecho personal. Las mujeres tienen derecho a votar en España gracias a los políticos de derechas, los de izquierda votaron mayoritariamente en contra cuando se debatía la Constitución de la II República. En los debates los izquierdistas dejaron claro que lo único que les interesaba era si las mujeres votarían a la derecha o a la izquierda, sus derechos humanos ni lo más mínimo. Y no han cambiado, basta ver lo que ocurre cada vez que una mujer de derechas es agredida de palabra u obra: nada, ni una persona u organización de las que se dicen feministas las defiende ni reprocha nada al agresor (ver lo de Pablo Iglesias deseando azotar a una periodista o lo de la paliza a las novias de unos guardias civiles).
     2º La discriminación salarial, brecha de género en los salarios o como lo queramos llamar, es otra falsedad. Un elemental razonamiento económico nos llevaría a que si, por el mismo trabajo, una mujer cobrase menos que un hombre los empresarios contratarían solamente a mujeres. Podría decir alguno que los empresarios son unos machistas redomados que prefieren pagar más con tal que el contratado sea varón, pero si fuese verdad tales empresarios irían a la ruina al no poder competir con los empresarios y las empresarias sin prejuicios machistas –algunos habrá- que pagando salarios más bajos les echarían del mercado. Dado que el paro femenino es mayor que el masculino y sigue habiendo empresarios que contratan varones debe ser que de esa discriminación no hay nada. A este respecto recuerdo un estudio, serio de verdad y referido a Estados Unidos, en que se comparaban salarios atendiendo a formación, experiencia, dedicación, etc. y la diferencia entre hombres y mujeres nunca superaba el 1%, siendo parte de las diferencias a favor de las mujeres. Lógico, de perfecta lógica económica, si los empresarios tienen un mínimo de libertad para llevar sus negocios buscando ganar dinero.
     3º El islam, las reglas religiosas y culturales que suelen seguir los musulmanes. ¡Ni una crítica! «Fuera rosarios de nuestros ovarios», pero de las vestimentas que se imponen a las mujeres musulmanas, los matrimonios más bien forzados que otra cosa, la discriminación en las herencias, la poligamia (siempre poliginia, nunca poliandria) y todo lo demás que también se va extendiendo a España a través de su creciente población musulmana, nada que decir, ningún agravio que poner en las pancartas y corear en las manifestaciones. Estoy convencido de que si cambiasen las tornas, y podrían cambiar dado el crecimiento islámico en Europa, no pocas feministas se pondrían el velo sin la menor protesta y, si las subvencionasen adecuadamente, podrían formar grupos de «promoción de la virtud y prevención del vicio» para obligar a otras mujeres a hacer lo mismo y cosas mayores.

Adenda: Lo anterior se refiere a una manifestación que encontré por la mañana. Por la tarde encontré una concentración, también de rito feminista, de 4000 a 5000 personas; algo de mucha mayor entidad que lo de la mañana. Debido a que no suelo consultar la cartelera de espectáculos políticos, cuando encuentro alguno casualmente ignoró qué otros puede depararme el día.

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