miércoles, 25 de julio de 2018

En el cincuenta aniversario de la Humanae Vitae

     ¡Bendito sea Dios que nos dio a Pablo VI y su amor a la verdad! El beato, y próximo santo, prefirió la verdad impopular a congraciarse con el Mundo y su Príncipe, escuchó los argumentos de buena Filosofía y sana Teología que le presentaron simples presbíteros y hasta algún laico, antes que a los altos eclesiásticos mundanizados. Lo que le quedaba de vida en este valle de lágrimas sufrió mucho por los que dentro de la Iglesia, más en comunión formal que de fe, no pudieron soportar la sana doctrina y se dedicaron a apartar a los fieles de ella. En el Cielo alcanzó la posición del que ha guardado la fe; que desde allí interceda por sus sucesores en la Cátedra de Pedro.