jueves, 13 de julio de 2017

Cardenal en las catacumbas

     El cardenal Burke me cae bien porque no traga con la comunión de los adúlteros. Parece que al Papa no le cae tan bien; él tendrá sus motivos.
     Los próximos días 8 y 9 de septiembre el cardenal Burke tendrá un encuentro en Madrid, un encuentro piadoso que incluye conferencia sobre la familia, misa por la vida, adoración del Santísimo, rezo del rosario, bendición, etc. para los que se deseen inscribir. Me extrañó ver que el anuncio daba todos los detalles de fechas, horas y programa de actividades, pero no el lugar. Posteriormente he leído que los organizadores no anunciarán el lugar hasta el último momento para evitar presiones contra los que faciliten los locales.
     ¿Presiones para conseguir que el Cardenal no tenga donde celebrar, orar o hablar a los que desean acompañarlo? ¿Laicistas y tragacuras contra Burke? ¿Conspiración judeo-masónica? ¿Persecución comunista? Me temo que los problemas vengan del interior de la Iglesia, de individuos que están en perfecta comunión aparente, aunque en el fondo son bastante más laicistas, masones y hasta comunistas que católicos. Ya hablaba San Pablo de haber sufrido «peligros entre falsos hermanos» 2 Cor 11,26
     En mis oraciones suelo incluir un apartado «por los enemigos internos de la Iglesia» y nada de lo que ocurre últimamente me lleva a abandonar tales oraciones por innecesarias.

lunes, 10 de julio de 2017

El pan y el vino para la celebración del Santo Sacrificio

Así era el trigo, según un naturalista,
a finales del siglo XIX.
     La Congregación para el Culto Divino ha emitido una carta circular sobre las condiciones del pan y vino aptos para la celebración de la Santa Misa. Otro acierto del cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación, que ya ha tenido bastantes más pese al poco apoyo visible de la superioridad.
     Veo como principal motivo para esta circular lo indicado en su punto segundo: la secularización que ha experimentado la preparación y comercialización de la materia eucarística. Se ha pasado de su preparación por frailes y monjas a fabricantes y comerciantes que ni siquiera son católicos en los que pueda influir un mínimo respeto a la santidad de la Eucaristía. El punto séptimo vuelve a insistir en ello: «la falta de respeto en el ámbito de lo sagrado» y sugiere que se vuelva a la preparación del pan y el vino por parte de comunidades religiosas.