viernes, 26 de abril de 2019

¿Qué hacer con las catedrales?

     Tener cosas, incluso muchas y de mucho valor, no da la felicidad: los ricos también lloran. Cuando las cosas nos ocupan tiempo y condicionan lo que podemos hacer, nos quitan margen de maniobra y el mantenerlas trae gastos que apenas podemos afrontar el ser su propietario puede ser francamente negativo.

miércoles, 10 de abril de 2019

Ya tenemos el sagrario y el cristo ¿y ahora qué?

     En el templo del Sagrado Corazón de Gijón hubo, durante unos 66 años –tras descontar los de persecución religiosa- un sagrario monumental y un cristo esculpido por Miguel Blay, de notable valor artístico. En 1998 los jesuitas se llevaron esos dos muebles, a la vez que vendían muy barato el templo al Arzobispado de Oviedo, y acabaron instalándolos en la iglesia de La Merced de Burgos, tras un incendio en que ese templo perdió parte de su mobiliario. Hace un par de días, tras años de múltiples gestiones, por la generosidad de los jesuitas o porque se están muriendo y ven que de nada les sirve tener tantas cosas como acumularon en sus buenos tiempos, ese sagrario y ese cristo volvieron a su ubicación original en Gijón.

sábado, 6 de abril de 2019

El Padre del hijo no pródigo

     El pasado domingo se leyó en misa la muy célebre parábola del hijo pródigo. Alegrémonos del arrepentimiento del putero –démosle la denominación correcta-, pese a no ser perfecto, no por los motivos más elevados, pero dejémoslo para fijarnos en el otro hijo, el que cumple siempre los mandamientos pero considera excesivo el recibimiento dado a su hermano.
     ¿Qué dice el Padre al hijo mayor? ¿Acaso le dice: eres un rígido, autorreferencial, con cara de pepinillo en vinagre y, además, pelagiano –permítase esta licencia aunque para Pelagio faltaban siglos-? No, el Padre no reprocha a su hijo mayor el cumplir los mandamientos, ni el dar importancia a su cumplimiento; le reprocha, más bien se lamenta, de lo que le falta al hijo mayor: el valorar la gracia de estar siempre con Dios y el hacer suya la alegría de Dios por el arrepentimiento de los pecadores.
     ¿Qué enseñanzas pueden sacar los pastores de la Iglesia de esta parábola? Una de ellas puede ser: nada de insultos ni reproches a los fieles por su fidelidad, sino invitarlos a mejorar en lo que estén más flojos.