miércoles, 30 de octubre de 2019

Puedes ser católico en una selva sin necesidad de que te hagan un sínodo

     Ni sínodo, ni diaconisas, ni sacerdotes casados, ni proclamas ecologistas, ni obispos alemanes, ni rito amazónico, ni procesiones con barcas e imágenes de la Pachamama, ni nada de nada. Lo único que hace falta para ser católico es fe.
     Mientras en el Vaticano se celebraban ceremonias idolátricas y nuestro lamentable Papa pedía disculpas porque unas personas cogieron ídolos, a los que se estaba dando culto en un templo católico, y los tiraron al río, en Sudán del Sur, una absoluta porquería de país en continua guerra y miseria, un grupo de católicos decidió que era totalmente incompatible la fe con conservar imágenes de ídolos y brujería y pidió a todos los vecinos del pueblo –un pueblo en medio de la selva en el que la Santa Misa se celebra bajo grandes árboles a falta de templo- que renunciasen a ellas o renunciasen a su pertenencia a la Iglesia. Dios los tenía de su mano, mucho más que a los reunidos en el sínodo del bochorno, y parece que todos eligieron apartarse de los ídolos y servir al Señor.
     Según cuenta, emocionado, el misionero que acudió este pasado domingo a celebrarles la Santa Misa, durante el entusiasta canto del Credo hicieron una fogata y arrojaron a ella los ídolos, con el feliz resultado que es de suponer, y, por si fuera poco, tras la quema y antes de reincorporarse a la celebración, se purificaron con agua por haber estado demasiado cerca de esas imágenes. ¿Qué estarían haciendo a esa misma hora los neopaganos sinodales?
     Me declaro hermano en la fe de esos católicos de Sudán del Sur, de los del sínodo primo lejano, como mucho, y a los italianos que arrojaron los ídolos al río Tíber una advertencia: su intención fue muy buena, pero su ejecución deficiente; lo tradicional en materia de ídolos es quemarlos y si así lo hubiesen hecho nadie los habría podido repescar y volver a poner en el templo de Santa Maria in Transpontina. Mantengamos las sanas tradiciones, los ídolos se queman en el tiempo presente; el fuego para los idólatras vendrá después de su muerte.

lunes, 14 de octubre de 2019

¿A qué fui al funeral?

     Hoy asistí al funeral de un buen creyente, devoto practicante, colaborador de la Iglesia y que, además, me caía bien por su amable y afectuoso trato. Todo bien. Si no voy al funeral de personas así ¿a cuáles voy a ir?
     La homilía fue francamente favorable al difunto aunque sin caer en excesos, dejó margen para la eventual canonización (no todos los sacerdotes lo dejan). Pero me fijé en que no aparecieron palabras ni conceptos como pecado, purificación, ayuda de los vivos a los difuntos o mínima alusión a remota posibilidad de condenación. Empecé a fijarme más en lo que se decía y advertí que en la oración universal no aparecía tampoco ninguno de esos conceptos y, en el resto de las oraciones de la misa, tampoco aparecían, al menos en relación expresa al difunto concreto por el que, presuntamente, se celebraba el funeral.
     ¿A qué fuimos al funeral los siete celebrantes y más de cien asistentes? Los demás no lo sé; yo fui a pedir a Dios, para empezar por lo mayor, que libre de las penas del Infierno a esa persona estimada y, puestos a pedir no quedemos cortos, que si necesita purificación acepte mis pobres oraciones, unidas al sacrificio de Cristo que en ese funeral se celebraba, en beneficio de ella. Así lo hice porque yo ya fui con la lección aprendida, desde el catecismo de niño, no por lo que dijeron y rezaron los celebrantes de ese funeral que no se dignaron darme pista alguna al respecto.

sábado, 12 de octubre de 2019

Cualquier cosa antes que una Misa… si es de la Forma Extraordinaria

     Hace poco más de un año se solicitó del Deán y del Arzobispo la posibilidad de celebrar Misa de la Forma Extraordinaria del Rito Romano en la Catedral de Oviedo. Es Sr. Arzobispo guardó augusto silencio –al menos no dijo tonterías que ofenden la inteligencia-, el Sr. Deán respondió cosas como que la Catedral es la sede de la Forma Ordinaria y no sería correcto celebrar allí las dos formas.