jueves, 15 de diciembre de 2016

Tras el divorcio la eutanasia: obispos corriendo hacia el precipicio y obispos proféticos

     Los intentos de introducir el divorcio en la Iglesia, comenzando por hacer el adulterio una opción tan legítima que hasta permite comulgar, la verborrea pseudomisericordiosa, y la acción desorientadora del actual Papa anuncian toda clase de males. Algunos han pronosticado que tras ceder muchos eclesiásticos, conferencias episcopales enteras, al Mundo y su Príncipe en cuestiones del sexto mandamiento vendrían otras cesiones en el quinto, como aborto y eutanasia. Yo estaba de acuerdo con estos optimistas bien informados, si seguimos a Dios crecemos, si seguimos a Satanás iremos de mal en peor; lo que no pensé es que fuese tan rápido, pequé de optimista, pues solamente han pasado nueve meses desde la ambigua Amoris Laetitia al documento algunos obispos canadienses aceptando la eutanasia.

martes, 13 de diciembre de 2016

Monseñor Schneider vuelve a defender la Fe

Athanasius Schneider celebrando el Santo
Sacrificio, según el misal de San Juan XXIII,
en Tallin, Estonia.
Fotografía tomada por Marko Tervaportti
el 10 de diciembre de 2009.
     El obispo auxiliar de Astana, Athanasius Schneider, que lleva el nombre de San Atanasio con sobrada dignidad, participó el pasado día 5 en una reunión celebrada en Roma sobre las preguntas presentadas al Papa por cuatro cardenales, los célebres dubia sobre pastoral de los divorciados adúlteros.
     Aprovechando que sus padres sufrieron trabajos forzados bajo Stalin, comparó algunas reacciones ante los dubia con el imponer por la fuerza una «línea del partido»: Vivimos en la Iglesia una atmósfera de amenazas y rechazo del diálogo con un grupo específico; parece que sólo se acepta el diálogo con el que piensa lo mismo que todos los demás. Por mi parte añadiría que solamente se acepta el diálogo con los enemigos de la fe de tipo progre, liberal, laxista, pro adulterio y similares.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Superiores difíciles

     Los religiosos, sujetos a obediencia, pueden encontrarse a lo largo de su vida superiores que les hacen sufrir y no les ayudan en nada; seguramente es raro el fraile o monja que nunca ha tenido un superior de mal carácter, chinchorrero, ordenancista, que gasta toda su energía en pequeñeces, en imponer sus peculiaridades (manías) a los demás con la mayor desconsideración. Para casos así, Santa Teresa de Jesús escribía algo del siguiente estilo: que ese superior era bueno para perfectos porque daba ocasión de merecer mucho.