lunes, 10 de julio de 2017

El pan y el vino para la celebración del Santo Sacrificio

Así era el trigo, según un naturalista,
a finales del siglo XIX.
     La Congregación para el Culto Divino ha emitido una carta circular sobre las condiciones del pan y vino aptos para la celebración de la Santa Misa. Otro acierto del cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación, que ya ha tenido bastantes más pese al poco apoyo visible de la superioridad.
     Veo como principal motivo para esta circular lo indicado en su punto segundo: la secularización que ha experimentado la preparación y comercialización de la materia eucarística. Se ha pasado de su preparación por frailes y monjas a fabricantes y comerciantes que ni siquiera son católicos en los que pueda influir un mínimo respeto a la santidad de la Eucaristía. El punto séptimo vuelve a insistir en ello: «la falta de respeto en el ámbito de lo sagrado» y sugiere que se vuelva a la preparación del pan y el vino por parte de comunidades religiosas.
     Opino que la Circular es un acierto completo, de principio a fin, que trata un problema real para los que tenemos fe. Para los que piensan que la Misa es un recuerdo simpático de la cena que celebró un hombre que buscaba a Dios… y tonterías similares, lo mismo da pan y vino que patatitas fritas y cerveza; pero los que creemos que el Señor anticipó sacramentalmente su sacrificio en la Cruz y mandó que lo celebráramos como Él lo hizo, que ahí está nuestra salvación, que se trate de genuino pan de trigo y vino de uva es esencial.
     Hace algún tiempo salió en los medios de comunicación españoles que muchos sacerdotes se surten de hostias fabricadas en China, bastante más baratas que las fabricadas por algunos conventos de monjas en España. La cosa no me gustó pues pienso: ¿qué les importa a los chinos la validez de nuestras celebraciones? ¿qué garantías tenemos de que usen harina de trigo y no alguna otra cosa más barata, o que se conserve mejor durante el viaje, o…? ¿alguien comprueba, somete a análisis en un laboratorio de confianza, las hostias chinas para certificar que son de trigo? Me temo que la respuesta a estas tres preguntas son: nada, ninguna y nadie. Habría que aplicarles la Circular a las hostias chinas.
     Otro aspecto que me preocupa sobre el pan a utilizar en la celebración del Sacrificio de Cristo es el relativo a ¿qué es trigo? Comenzaré admitiendo mi ignorancia en la materia: no sé distinguir trigo de cebada, avena, centeno y, seguramente, varias cosas más. Para mí los cereales se dividen en tres categorías: maíz, arroz y otras cosas que tienen granos parecidos al trigo.
     Mi preocupación viene desde que hace bastantes años leí un artículo de divulgación en que se hablaba de las manipulaciones a que se ha sometido el trigo para obtener variedades de mayor rendimiento –cosa que bendigo absolutamente-, resistencia, etc. Por aquel entonces aún no eran frecuentes las técnicas de ingeniería genética que permiten introducir unos pocos genes de unas especies en otras, pero se habían hecho ya con el trigo múltiples hibridaciones y duplicaciones y triplicaciones del número de cromosomas. Todo esto, unido al hecho de que el trigo, antes de que se sometiese a estas manipulaciones con base científica, ya era un conjunto de varias especies vegetales, unas veinte, no una única especie como lo es el maíz «zea mays», me hacen preguntarme: ¿cuantas modificaciones podemos hacer al trigo sin que deje de ser trigo? ¿debería reservarse la fabricación de las hostias a variedades de trigo «históricas»?
     La Circular recuerda que los organismos genéticamente modificados son aptos para la confección del pan y el vino eucarísticos, pero esas modificaciones consisten en la adición de unos pocos genes y los organismos siguen perteneciendo a la misma especie originaria, pudiendo reproducirse sin problemas con los miembros de su especie que no han sido modificados genéticamente. Lo del trigo es más.

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