martes, 12 de noviembre de 2024

Contra la comunión recibida al modo tradicional

     Hay un montón de clérigos contrarios a que los fieles reciban la Comunión de rodillas y en la boca –lo habitual durante siglos en que la Iglesia iba bastante mejor que ahora- y cada poco tiempo aparece, en los medios de comunicación, algún obispo o sacerdote explotable por los enemigos de Cristo denostando esa piadosa práctica. Me siento caritativo y no mencionaré al último obispo colaboracionista en esta materia.
     La argumentación de tales personajes, aparte de aplicar «medieval» como supremo argumento descalificativo, es hablar de la dignidad de los seres humanos y de que los adultos se llevan el alimento a la boca por sí mismos. Basta un rebuzno para reconocer a un burro y bastan unas pocas palabras del tenor indicado para reconocer a increyentes y herejes.
     Los seres humanos tenemos mucha dignidad, muchísima, pero únicamente porque Dios nos la ha dado, y Él tiene muchísima más que nosotros. Los que expelen la necedad de que recibir la Comunión de rodillas es indigno se niegan a reconocer la diferencia entre criaturas y Creador, la adoración que las criaturas deben a su Creador; el que cualquier gesto de adoración que hagamos las criaturas será muy poca cosa en comparación con lo que nuestro Creador se merece; pero, al menos, hagamos lo que buenamente se pueda, como es recibirlo de rodillas.
     ¿Cómo pueden existir personas que habiendo pasado por un seminario, con estudios teológicos, consideren un exceso indigno el comulgar de rodillas? Muy sencillo. No creen que en la Comunión recibamos al Señor, no creen en la Presencia Real, porque para ellos no es posible ninguna transubstanciación o cosa similar al no creer en el divinidad de su tan mentado Jesús de Nazaret. En fin, que según ellos resulta excesivo arrodillarse para comer un poco de pan, no especialmente sabroso, cuya única cualidad es el valor simbólico de cierta unión con los hermanos al estilo de Jesús de Nazaret. Viéndolo así hasta yo estaría de acuerdo.
     Argumentar que los adultos nos llevamos el alimento a la boca, no hace falta que nadie nos lo introduzca –al menos mientras vejez y enfermedad no nos lo impongan-, transcurre por vías paralelas de falta de fe. Empiezan por tratar la Sagrada Forma como cualquier otro alimento, negando la diferencia entre una hostia consagrada y una hostia sin consagrar o cualquier otra cosa comestible; una diferencia que a los niños se nos dejaba perfectamente clara en la catequesis y las clases de religión. En definitiva una nueva negación de la Presencia Real que se une a la negación de la gracia del sacramento ¿qué gracia de qué sacramento si ni hay Presencia Real ni persona divina que pueda tenerla?
     La gracia es algo que se recibe, no se coge; no somos nosotros los que agarramos la gracia con nuestras manos, por nuestro propio poder o méritos, sino que desciende sobre nosotros por pura generosidad divina. Recibir la Comunión de rodillas y en la boca simboliza muy bien ese recibir gratuitamente lo que viene de lo alto. El sacerdote, con las sagradas formas que lleva, queda más alto que el comulgante, la gracia, la misma persona del Verbo Eterno Encarnado, desciende hasta ser depositada en su boca sin que ello se deba a su acción. El simbolismo es claro.
     Personas más benévolas que yo dirán que los enemigos de la Comunión de rodillas y en la boca no es que nieguen la divinidad de Cristo, ni la Presencia Real, ni sean herejes, es que tienen una sensibilidad distinta, tratan de adaptarse a los tiempos, etc. Pues si no niegan esas verdades las dejan bastante de lado, les importan mucho menos de lo que debieran ¡mala señal!
     Respecto a sensibilidad ¿qué pasa? ¿los partidarios de la forma tradicional de comulgar no tienen sensibilidad? ¿no la tenían los que durante siglos comulgaron de rodillas y en la boca? Tenían y tienen una sensibilidad mucho mejor educada para las realidades de que se trata. La falta de sensibilidad para las cosas sagradas también es mala señal.
     Y de adaptarse a los tiempos ¡Dios nos libre! ¿Cómo puede un católico adaptarse a unos tiempos en que, por poner un ejemplo, la mayoría de la población aprueba el aborto y condena el matar perros y gatos? Es obvio que todo católico tiene que desconfiar de esos tiempos, de su sensibilidad y criterios. En el trato con Dios no podemos seguir las corrientes del momento, lo que le parece bien o conforme con la dignidad a la mayoría encenagada en todo error y pecado.
     Una última observación extraída de las misas de diario. La mayoría de los asistentes, viejos y muy viejos, reciben la Comunión en la mano, bastantes de ellos de formas contrarias a las normas sobre esa modalidad, quizás un poco peor las mujeres que los hombres y me parece que llevo años sin ver a una monja comulgar en la boca. Los poquísimos adolescentes y jóvenes (jóvenes de verdad, los que andan por la veintena), raramente más de uno en cada misa, suelen recibir la comunión de rodillas y en la boca. ¿Por dónde va el futuro? ¡Profético!

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