jueves, 15 de enero de 2015

¿Está cambiando el Papa?

Sacerdotes hay que no cuidan su
indumentaria para celebrar el Sacrificio
de Cristo tanto como estos elefantes
para recibir al Papa en Sri Lanka.
     El pasado día 14 el Papa canonizó en Sri Lanka (Ceilán para los de antes) a José Vaz. En la homilía alabó muchas obras y virtudes del nuevo santo, fueron muchos los trabajos con los que se ganó el Cielo y muchas las gracias con que Dios lo adornó; entre las alabanzas pontificias se hallan: “Con sus palabras, pero más aún, con el ejemplo de su vida, ha llevado al pueblo de este país a la fe ...” “... respondió a la llamada a salir, a hablar de Cristo dondequiera que fuera.”
     Lo anterior me sugiere que el Papa Francisco alaba que San José Vaz predicase el Evangelio explícitamente, de palabra, además de con obras. Y, por si fuera poco, la homilía invita, en mi interpretación, a que los demás también prediquemos explícitamente el Evangelio “Estamos llamados a salir con el mismo celo, el mismo ardor, de San José Vaz, pero también con su sensibilidad, su respeto por los demás, su deseo de compartir con ellos esa palabra de gracia (cf. Hch 20,32), que tiene el poder de edificarles. Estamos llamados a ser discípulos misioneros.” Entendiendo que sin excluir ¡Dios nos libre! el valor del bien obrar.
     En mi opinión esto contrasta con lo que el mismo Papa dijo el pasado 17 de agosto en Corea del Sur en un discurso ante obispos; cosas como: “Y así, con mi identidad y con mi empatía, apertura, camino con el otro. No busco que se pase a mi bando, no hago proselitismo.”
     Todo aquel discurso trasudaba cierta oposición a la predicación explícita: mucho ejemplo, mucha apertura, mucho acompañar pero nada de exponer el mensaje de Cristo con intención de obtener conversiones. En este de Sri Lanka el Papa parece que considera aceptable, hasta bueno, el anunciar abiertamente el Evangelio.
     Vamos progresando. También lleva una temporada sin conceder una de esas imprudentes entrevistas a periodistas anticatólicos. Puede que vaya dándose cuenta de que es el Papa y no un argentino dicharachero. Cualquier día de estos nos sorprende diciendo algo tan católico que los enemigos de la Iglesia, que hasta ahora le aplauden, no puedan pasar por alto y empiecen a atacarlo, como debe ocurrirle a todo Papa bueno de verdad.
     Poco después de escribir lo anterior, ahora veo que llevado de un optimismo excesivo, el Santo Padre hizo sus declaraciones sobre dar un puñetazo al que le mente a su madre.
     Mi bien amado Obispo de Roma, que así le gusta nombrarse, si lo piensa no lo diga. Mentir es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar; cuando se piensan cosas así se callan y de ese modo ni se miente ni se mete la pata.

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