martes, 6 de enero de 2015

¡Marchando otra de eutanasia!

     Cuando se pierde la cabeza, cuando nos alejamos de Dios, que es lo mismo, podemos hacer cualquier cosa por estrafalaria, disparatada o contradictoria que sea.
     El pasado mes de septiembre autorizaron en Bélgica la aplicación de la eutanasia a un preso que lleva unos treinta años en la cárcel por violación y asesinato. Parece que el hombre solicitó que le matase un médico por padecer un sufrimiento psíquico insoportable, la ineficacia del tratamiento al que se halla sometido, el no disponer las cárceles de Bélgica de los medios para un tratamiento adecuado de su mal y el peligro que supondría si saliese en libertad.
     La cosa se hizo con tan cómica seriedad que, además de informes psiquiátricos y los demás del caso, hasta un tribunal de justicia aprobó la petición del preso de que lo matasen, curiosamente un tribunal que no puede imponer penas de muerte en un país en que tal pena está abolida.
     El preso con vocación de cadáver debía ser llevado a un hospital para que allí, durante 48 horas, pudiese despedirse de su familia y luego matarlo; pero por motivos que los medios de prensa no explican han pasado los meses sin ejecutar tan sencilla operación y ahora los médicos se han negado a practicar la eutanasia por motivos que no se hacen públicos debido al secreto profesional, o eso dice el ministro de Justicia.
     Me gustaría pensar que los médicos se negaron por motivos tan píos como el respeto a Dios, Señor de la vida, pero tengo serias dudas dado el papel de los médicos en Bélgica, en general, y en este caso, en particular; a la postre son médicos los que dieron los dictámenes iniciales favorables a la eutanasia.
     Como el mal crea escuela, tras la aprobación judicial de la eutanasia para este preso concreto hubo, al menos, otros quince que la solicitaron ¡curiosa forma de evadirse de la cárcel! Ignoro si alguno ha obtenido lo que pedía.
     Bélgica, país antaño tan católico y donde hoy se autoriza hasta la eutanasia de niños, pasando por esa cosa que llaman matrimonio homosexual, que no sé si situar por encima o por debajo de lo de los niños en la escala de maldad. Y, a título de curiosidad, en Bélgica la legislación impone que las muertes por eutanasia se registren como muertes naturales; lo que debe responder a la lógica de que si a uno le inyectan venenos lo natural es que se muera.
     En España ya hemos recorrido la mayor parte del camino de degeneración belga, incluida la idolatría de lo identitario que divide ambos estados, pero todavía nos falta el pequeño detalle de la eutanasia; aunque todo se andará promovido por los partidos políticos de izquierdas y mantenido por los de derechas.

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