miércoles, 21 de septiembre de 2016

Sainete magisterial: obispos de Buenos Aires, Papa, obispos de Alberta

     Los obispos de la región de Buenos Aires sacaron un documentos sobre el modo de aplicar la Exhortación Amoris Laetitia. Tras el bla, bla, bla acostumbrado entran en materia con lo relativo a los adúlteros esos a los que llaman «divorciados en nueva unión» y su acceso a los sacramentos.
     El documento de los bonaerenses contiene un punto 5º que no está mal del todo: «Cuando las circunstancias concretas de una pareja lo hagan factible, especialmente cuando ambos sean cristianos con un camino de fe, se puede proponer el empeño de vivir en continencia. Amoris Laetitia no ignora las dificultades de esta opción y deja abierta la posibilidad de acceder al sacramento de la Reconciliación cuando se falle en ese propósito.» Creo que la sustancia de todo esto no procede de Amoris Laetitia, por muy forofos que sean del Papa argentino debieran reconocerlo, sino de Familiaris Consortio, de cierto Papa polaco ya canonizado. En cuanto al inciso de «cuando ambos sean cristianos con un camino de fe» me parece francamente ridículo: si no son cristianos no hay lugar a pensar en sacramentos como Penitencia y Eucaristía; si son cristianos pero no tienen fe me parece los emparejados ni se plantearan solicitar tales sacramentos.
     Pero a continuación el episcopado bonaerense se despeña con un punto 6º que empieza así: «En otras circunstancias más complejas, y cuando no se pudo obtener una declaración de nulidad, la opción mencionada puede no ser de hecho factible.» Empieza así y acaba mucho peor, pero veamos ¿qué vivir en continencia no es posible? ¿y para qué está la Gracia de Dios? Cuando los obispos de Buenos Aires guardan el celibato, doy por sentado que lo hacen, ¿lo hacen porque es factible o porque la Gracia lo hace factible? Con semejante ignorancia de Dios y su Gracia a nadie le extrañará que ese punto 6º acabe aprobando que los adúlteros continúen en su adulterio y reciban la Eucaristía, parece que previo acceso al sacramento de la Reconciliación con, los obispos no se atreven a mencionarlo, no se sabe qué propósito de la enmienda.
     Los obispos de la región de Buenos Aires fechan su documento el 5 de septiembre de 2016, y con fecha de ese mismo día hay una carta privada del Papa que aprueba ese documento episcopal ¡fabulosa rapidez! Parece que el Papa no necesitó pensarlo mucho. En esa carta dice: «El escrito es muy bueno y explícita cabalmente el sentido del capitulo VIII de Amoris Laetitia. No hay otras interpretaciones. Y estoy seguro de que hará mucho bien. Que el Señor les retribuya este esfuerzo de caridad pastoral.»
     Siempre es problemático afirmar eso de «No hay otras interpretaciones.», que ni siquiera es posible una interpretación ligeramente diferente; pero vale. Ahora pregunto al Papa: si es el pastor supremo de la Iglesia, el que tiene que guiarnos a los demás y protegernos de interpretaciones erróneas, si lo tiene tan claro como para no necesitar pensárselo ni un día ¿por qué no lo puso así, exacta y literalmente así, en la Amoris Laetitia? ¿por qué esa buena nueva doctrinal se la dice solamente a los de Buenos Aires en carta privada y no nos la comunica a todos de la manera más pública y solemne? ¿se toma en serio su misión universal o se dedica al colegueo con los de su antigua archidiócesis?
     En Canadá, los obispos católicos –a mí me parecen muy católicos- de rito latino de Alberta y el Territorio del Noroeste, han publicado una guía de acompañamiento pastoral de cristianos divorciados y vueltos a casar sin previa declaración de nulidad, o sea, los adúlteros de costumbre con las que tantas vueltas estamos dando.
     Tras una introducción de circunstancias, en que recogen frases del Papa Francisco, entran seriamente en materia ¿y por dónde entran? Por los evangelios, Mc 10,2-12, Mt 19,2-9, o sea, por el rechazo del Señor al divorcio y su rotunda declaración de ulteriores matrimonios como adulterio. Los obispos no mencionan la célebre nota de Amoris Laetitia, la nota al pie 351 al apartado 305, pero creo que lo compensan ventajosamente con estas citas evangélicas. Lo que si hacen es poner, inmediatamente tras las citas evangélicas, el siguiente párrafo: «For many, this was very difficult to receive and accept. However, as Pope Francis continually emphasizes, Jesus is the merciful face of the Father. The Lord’s commandments, therefore, come from the heart of God, “the Father of mercies” (2Cor 1:3), and can confidently be accepted with trust in God’s wisdom and love.» Yo, en mi mucha malicia, traduzco este párrafo como: «Francisco, ¿no dices que Jesucristo es el rostro misericordioso del Padre? pues su condena del divorcio y posterior matrimonio es misericordiosa, como todos los mandamientos de Dios, y tú con tu Amoris Laetitia no vas a ser más misericordioso que Él.»
     Con semejantes inicios ya se puede imaginar cualquiera lo que dicen sobre el matrimonio, el adulterio y la Eucaristía, que rematan con la condena en 1 Cor 11,27-30 al comulgar en pecado. Pero como a esos obispos canadienses no quieren que nadie se escabulla alegando poca claridad de S. Pablo, en el mismo párrafo añaden la necesidad de confesión de los pecados graves, previa a la comunión. Y como tampoco quieren que eso de la confesión quede en el aire aclaran: «Esa confesión debe ser movida por verdadera contrición, que implica necesariamente arrepentimiento sincero, renuncia al pecado y firme propósito de enmendar la propia vida.»
     Los obispos canadienses incluyen en el documento diversas consideraciones pastorales: integración de los adúlteros en la Iglesia, acogida, orientación, papel de los tribunales eclesiásticos, etc. sin el menor deslizamiento hacia el laxismo. En particular, creo que vuelve a ser mi natural malicioso, denuncian la frivolización que se ha propiciado desde altas esferas eclesiásticas en lo relativo a adulterio y sacramentos: «It may happen that, through media, friends, or family, couples have been led to understand that there has been a change in practice by the Church, such that now the reception of Holy Communion at Mass by persons who are divorced and civilly remarried is possible if they simply have a conversation with a priest. This view is erroneous. Couples who express it should be welcomed to meet with a priest so that they hear proposed anew “God’s plan [pertaining to marriage] in all its grandeur” (Amoris Laetitia, 307) and thus be helped to understand the correct path to follow toward full reconciliation with the Church.»
     Por terminar, pues los aciertos de los canadienses son muchos, véase lo que dicen para el caso de adúlteros que solicite la declaración de nulidad de su matrimonio: «En el caso de que el tribunal confirme la validez de la primera unión, la obediencia en la fe a la indisolubilidad del matrimonio como ha sido revelada por Cristo les deja claro lo que han de hacer a continuación.»
     Nota final: No quisiera que mi falta de claridad dejase dudas sobre si me fío más de los bonaerenses o de los canadienses; para mí no ofrece duda que, para ser fiel a Cristo, debo hacer más caso a los de Alberta y Territorio del Noroeste.

1 comentario:

  1. Debería de abrir otro blog para hablar bien del Papa, que no olvide está nombrado en cónclave con la inspiración del Espíritu Santo. Sea más positivo.

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