jueves, 8 de septiembre de 2016

Los dioses ciegan a quienes quieren perder

     No sé muy bien como traducir al católico el título que he puesto, una frase usada por Sófocles, pero creo que está al alcance de cualquiera aplicarla a situaciones que se dan en la Iglesia; que una serie de desastres vienen de la ceguera, voluntaria o de origen diabólico, es más que evidente.
     Se ha publicado una entrevista –puede hallarse en http://www.razonyfe.org/images/stories/sep2016/04_ArtAntonioSPADARO.pdf – con el Prepósito General de la Compañía de Jesús, el P. Adolfo Nicolás Pachón, en que a una pregunta responde «la vida religiosa va bien» y a otra pregunta sobre la Compañía dice «atravesamos un buen momento apostólico».
     Las dos frases citadas forman parte de respuestas más amplias, pero nada contienen que niegue el desmesurado optimismo. Ninguna referencia en toda la entrevista a que la vida religiosa está agonizando en gran parte de los países, cerrando a diario casas, colegios y de todo por absoluta falta de religiosos que reemplacen a los que se mueren. Ni mención a que los jesuitas eran más de treinta y seis mil en 1965 y menos de diecisiete mil en la actualidad; nada de la extinción de los jesuitas en España, donde las nuevas incorporaciones son ridículas en comparación con los fallecimientos entre los numerosos jesuitas viejos y viejísimos. Tampoco el entrevistado aclara cómo puede estar en un buen momento, apostólico o de cualquier otro tipo, una orden religiosa en que campan por sus respetos los que enseñan a favor del aborto o las uniones homosexuales, en que parte de sus miembros se dan a orientalismos que no excluyen cierta aceptación de dioses falsos, etc.
     No es fácil saber si el Prepósito General es víctima de una ceguera voluntaria o inducida, si vive en un mundo de fantasía, es un alucinado, o si su edad daña algo la claridad de su mente, pero que esta ceguera lleva a la perdición de la Compañía no ofrece dudas. La Compañía de Jesús se pierde para la Iglesia, va camino de la extinción en muchos países, y los ciegos, tanto el jefe como los que lo eligieron, están encantados.
     En la entrevista el Prepósito dice otras cosas que, a primera vista y en perspectiva católica, son dudosas; pero si el pobre hombre está tan fuera de la realidad ¿qué más da lo que diga? No vale la pena perder el tiempo con él y sus palabras.

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