miércoles, 13 de diciembre de 2017

Lo que pasa en este pontificado y no pasaba en los anteriores

     Desde hace mucho tiempo (en lo que cabe del presente pontificado) pienso que Francisco es el peor papa de los últimos siglos y que ello no se debe a la simple necesidad lógica de que entre varios siempre habrá uno mejor y otro peor, incluso si todos son buenísimos.
     No recuerdo que Benedicto XVI, San Juan Pablo II o alguno de los papas de los siglos XIX y XX, diese ocasión a que tantos católicos les pidiesen despejar dudas sobre sus enseñanzas, les hiciesen correcciones o advirtiesen que prefieren seguir a Dios antes que al Papa. No acertaron, ni de lejos, en todos sus nombramientos, normas litúrgicas y canónicas, gestos y palabras; pero cada vez que efectuaban un pronunciamiento doctrinal era para dejar las cosas más claras, todavía, de lo que estaban –que después de tantos siglos de teología y magisterio ya solía ser mucho-. No es el caso del actual, ocupado en desencadenar procesos ¿quizás de disolución? en vez de confirmarnos en la fe.
     A las dubia de los cuatro cardenales y la corrección filial de numerosos teólogos y hombre de iglesia, ahora se suman dirigentes de movimientos pro vida y pro familia que le dicen muy claramente al Papa, al actual porque los anteriores no dieron motivo, que no piensan hacerle caso ni a él ni a todos sus corifeos eclesiales en cuanto se aparten de la doctrina de la Iglesia. El manifiesto se halla en https://www.fidelitypledge.com/ y viene encabezado del siguiente modo: «PLEDGE OF FIDELITY. FAITHFUL TO TRUE DOCTRINE, NOT TO ERRING PASTORS. Pledge of fidelity to the authentic teaching of the Church by pro-life and pro-family leaders.» Lo que se puede traducir libremente como: Nosotros somos católicos y no vamos a hacer caso de los disparates que decís el Papa, muchos obispos y un montón de sacerdotes.
     El texto, todo él muy acertado, incide en los temas referentes a vida, familia, sexualidad y describe algunos de los males que azotan a la Iglesia, atribuyendo responsabilidad al Papa, especialmente en el párrafo siguiente: «The disorder within the Church is increasing, as witnessed by a letter recently sent to Pope Francis by a prominent theologian, which, the author stated, was prompted by “turmoil within the Church today, a chaos and an uncertainty that I felt Pope Francis had himself caused.”» En fin, que atribuyen buena parte de la responsabilidad del caos que se está apoderando de la Iglesia al propio Papa Francisco.
     En este manifiesto hay una especie de profesión de fe, se manifiesta adhesión a ciertos puntos de moral y, el primero de ellos, es: «there exist certain acts which are intrinsically evil and which it is always forbidden to commit» que, en traducción libre, significa: estamos totalmente de acuerdo con los cuatro cardenales –dos ya han sido llamados a la casa del Padre- de las dubia. El cuarto de los puntos profesados dice: «adultery is a grave sin, and those who live in adultery cannot be admitted to the sacraments of Penance and Holy Communion, until such time as they repent and amend their lives» que, traducido con santa libertad, significa: Amoris Laetitia a la basura. Sí, ya sé, y seguro que lo saben también los autores del manifiesto, que en esa exhortación postsinodal hay cosas buenas; pero el meollo de la intención, de la recepción eclesial y mediática, está en la comunión de los adúlteros y a tales efectos el resto es adorno.
     Es duro, todo esto es muy duro. Vivimos tiempos recios, como decía Santa Teresa de Jesús de los que le tocaron, y que tengamos que examinar cada pronunciamiento pontificio para ver si es conforme a la fe católica en vez de poder vivir en la confianza, como ocurría en pontificados anteriores, de que somos nosotros los que tenemos que examinarnos a la luz de los pronunciamientos pontificios, resulta francamente duro para el que quiere vivir como fiel hijo de Dios en la única Iglesia.

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