sábado, 20 de enero de 2018

¿Se puede evitar la corrupción y no el adulterio?

Misa del Papa en Iquique.
Ánimo, Santidad, siga así.
¡Y el siguiente Papa que recoja los pedazos!
     Compárese este fragmento del discurso del Papa en Perú, ante el Presidente y otras autoridades de país:
     «Trabajar unidos para defender la esperanza exige estar muy atentos a esa otra forma —muchas veces sutil— de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital: la corrupción. Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese «virus» social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados. Lo que se haga para luchar contra este flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayudas… y esta lucha nos compromete a todos. «Unidos para defender la esperanza», implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil, y no excluyo a las organizaciones eclesiásticas. Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos.»
     Con este pasaje de la celebérrima Amoris Laetitia:
     «Pero esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo.»
     Según Amoris Laetitia del adulterio puede salirse, si se sale, poco a poco: «De todos modos, recordemos que este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena.» Pero según el discurso de Perú de la corrupción debe salirse a palo seco; no se habla nada de etapas, acercamiento progresivo a un ideal ni nada de nada.
     Por mi parte soy partidario de acabar con el adulterio y la corrupción política a toda velocidad, acogiendo la gracia de Dios a la primera; nada de voy a pensar con calma si en el futuro decido incumplir un poquito menos los mandamientos de Dios. La invitación de Dios a la conversión es para pasar del pecado a la gracia, no para quedar en un grado de pecado un poco mayor o menor.

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