viernes, 13 de marzo de 2015

La cizaña y el trigo crecen juntos en el Colegio Episcopal

     Hace cosa de un mes el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich ¿por qué, Dios mío? ¿qué pecado han cometido los muniqueses? nos escandalizó con sus declaraciones negando que el adulterio sea siempre pecado y atribuyendo valores positivos en las parejas homosexuales que duran toda la vida (que se empecinan en el mal), en las uniones prematrimoniales y en los matrimonios civiles posteriores a divorcios. Si las informaciones publicadas están bien parece que lo único a lo que no le encuentra valores positivos es al matrimonio como Dios manda y a la comunión eclesial, a juzgar por el tufo cismático de parte de sus declaraciones. Tiene cierto mérito el conseguir escandalizar después de lo alto que han puesto el listón gentes como el obispo de Amberes o los redactores de algunos documentos de la reunión del Sínodo el pasado octubre, pero el ser teólogo alemán debe ayudar en esto.
     En Polonia el concubinato se ha extendido mucho en los últimos años, tanto que en algunas diócesis hasta un 80% de las parejas viven en concubinato, así se cuenta en http://es.gaudiumpress.org/content/56414-Iglesia-en-Polonia-desarrolla-nuevas-estrategias-para-promover-el-matrimonio-y-evitar-la-cohabitacion aunque supongo que será entre las parejas jóvenes, no entre las maduras que ya se habrán casado debidamente antes de que se difundiese la actual degeneración. Los obispos polacos, lejos de encontrar valores positivos en este hecho, en este signo de los tiempos, le ven toda clase de inconvenientes humanos y divinos, sobre todo divinos, que son los importantes, los específicamente religiosos que son de los que deben ocuparse unos obispos.
     La Conferencia Episcopal Polaca, con ingenio y valentía, ha lanzado una campaña para recordar a los polacos que el concubinato y el adulterio son un mal, son pecado, sí, pecado; utilizan esa palabra tan ausente de predicaciones y documentos sobre el tema. La campaña tiene un emblema cuyo texto puede traducirse como: "Mantenga la calma y no viva en la pata del gato". Al parecer la tal "pata del gato" es una forma coloquial de llamar al concubinato por lo insegura que es la fidelidad de los gatos a sus amos, como lo es la de un concubino a su concubina, y viceversa.
     Otro aspecto, seguramente el más llamativo de la campaña, es la colocación por las calles polacas de vallas publicitarias grandes con el texto “El concubinato es pecado ¡No cometerás adulterio!” Los obispos polacos predican, con anuncios a toda valla, una forma de predicar como cualquier otra y quizás más adaptada que otras a nuestro tiempo, que el sexto mandamiento sigue vigente. No sé lo que les habrán costado esos anuncios, pero bien gastado estará, y si los obispos polacos andan cortos de fondos propongo que el dinero que el Vaticano va a gastar en la sesión del Sínodo del próximo octubre se lo ahorre y lo envíe a Polonia para más vallas publicitarias.

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