sábado, 21 de marzo de 2015

Renuncia de un cardenal. ¡Cuántos deberían renunciar!

     Este 20 de marzo ha salido un comunicado vaticano diciendo que el Santo Padre acepta la renuncia al cardenalato de Keith O'Brien. Esta es la sustancia, el resto son fórmulas de cortesía y buenos deseos.
     Diversos medios de comunicación son más explícitos: todo viene de que hace treinta o más años, cuando aún no era obispo, hizo requerimientos sexuales (según unos medios) o mantuvo relaciones sexuales (según otros) con algunos seminaristas y sacerdotes, jóvenes pero mayores de edad por lo que no hubo abusos sexuales sino relaciones homosexuales.
     El ya excardenal llevaba algún tiempo retirado, dedicándose a la oración y a recomponerse espiritualmente, y había renunciado a participar en la elección del sucesor de Benedicto XVI al haber estallado por aquella época el escándalo relativo a su “conducta inapropiada”, como se dice suavemente en casos así.
     Bien, me parece bien esta renuncia pero creo que debieran producirse unas cuantas más. Hay otros varios cardenales con méritos más que suficientes para renunciar o que los echen, si no quieren irse voluntariamente, que se han ganado sobradamente la oportunidad de dedicar el resto de sus vidas a la renovación espiritual, oración y penitencia. Entre un homosexual que, según parece, lleva unos treinta años inactivo y propagandistas activos del adulterio, las relaciones homosexuales y el sacrilegio a mí me parecen más peligrosos estos últimos, sobre todo después de lo visto en la reunión sinodal del pasado octubre.

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