domingo, 9 de agosto de 2015

Una misa del XIX domingo ordinario

     Este sábado, a las 19 horas, asistí a misa en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Santa Cruz de Tenerife, que pese a su nombre es regida por carmelitas. En la diócesis hay siete parroquias bajo ese mismo patronazgo de tiempos en que la Orden de Predicadores hizo una gran labor.
     El templo es bastante bonito, más que digno, de tres naves y crucero. Posee varios altares laterales: Sagrado Corazón, Virgen del Carmen, Santo Domingo de Guzmán, etc. que se salvaron de la iconoclastia postconciliar. El presbiterio o no llegó a salvarse de aquel salvajismo o nunca llegó a equiparse al estilo tradicional –la parroquia en origen era pobre–. Ahora tiene el típico sagrario descentrado del postconcilio –que parece inducir asimetría en la colocación de las velas del altar– y algo que no puede calificarse de retablo ni con muy buena voluntad e incluye el detalle tecnológico de una pantalla en que van poniendo la letra de las canciones y de alguna oración especial. No me hacen muy feliz las pantallas pero, al menos, esta la manejaban con perfecta sincronización.
     En el presbiterio había una imagen de Santa Teresa de Jesús como doctora. Su presencia es claramente ocasional por el centenario que vivimos y por ser quienes son los regentes de la parroquia.
     La asistencia fue de unas 110 personas, un tercio de las que se hubiesen podido sentar en los bancos. No me parecen pocas dado el grado de paganización que, según creo, padecen las Canarias. La conducta de los fieles durante la misa me pareció buena, quizás hasta algo mejor de lo que estoy acostumbrado a ver.
     Hay que agradecer la colocación, muy eficaz, de varios ventiladores que nos aliviaban del calor a los fieles. El celebrante se alivió no llevando casulla, de lo que tampoco voy a hacer una montaña. La vestimenta del predicador, con su camisa de estilo camionero, era discutible. Si no fuera por el contexto y lo que dijo sobre la historia del Rosario y Santo Domingo jamás hubiese sospechado de él como religioso dominico; pero dado que no concelebró la misa –si es que era sacerdote– tampoco vamos a ponernos exigentes.
     La liturgia fue la del domingo, aunque este sábado era la fiesta del patrono de la parroquia, si bien la ya mencionada predicación formó parte de un triduo dedicada al Santo.
     Tres cosas a destacar de la actuación del celebrante:
     1º Incurrió en el error de otros muchos sacerdotes cambiando el “Dios Todopoderoso tenga misericordia de vosotros, perdone vuestros pecados y os lleve a la vida eterna” por “Dios Todopoderoso tiene misericordia de vosotros, perdona vuestros pecados y os lleva a la vida eterna”. Es decir, cambio una oración verdadera por una afirmación falsa: Dios ni ejercita su misericordia, ni perdona los pecados ni lleva a la vida eterna a los que se resisten a ello. Y, o mucho me equivoco, o existen tales resistencias.
     2º Dirigiéndose al Padre dijo, más o menos, “todos entraremos en tu descanso” o “todos entrarán en tu descanso”. No recuerdo haber oído nunca esta fórmula, equivalente a la tan disparatada como utilizada de “la humanidad entera entrará en tu descanso”. Un nuevo exceso de optimismo que no tiene en cuenta las resistencias ya mencionadas.
     3º Distribuyó él solo la comunión a los asistentes, nada de ministros extraordinarios, lo que me pareció bien. No hay que tener tanta prisa.

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