domingo, 8 de noviembre de 2015

El adulterio tiene preferencia sobre el matrimonio

El gran matrimonialista de Montevideo.
     O al menos eso nos enseña el arzobispo de Montevideo, el cardenal Sturla, en una entrevista que puede encontrarse en http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=25246
     Después de soltar algunos disparates respondiendo a preguntas anteriores, todo en materia matrimonial y a propósito del reciente Sínodo, llega la apoteosis con la siguiente respuesta cardenalicia:
     «Pasa, he recibido más de una vez en mi vida sacerdotal personas que han venido a hablar conmigo en mi vida sacerdotal, como una señora cuyo esposo era divorciado y por lo tanto con ella solamente se pudo casar por civil. El matrimonio de su esposo había sido un matrimonio siendo muy joven, que había durado un año, dos años, y el nuevo matrimonio con ella, que era el único de ella, llevaba 30 años. Obviamente en ese caso donde obviamente hay una validez de ese segundo matrimonio que tendría que primar. El tema es que si hacemos las cosas en serio tendría que haber un camino para ver si el primer matrimonio fue nulo o no, y en el caso de que no hubiera posibilidad de declararlo nulo por distintas razones, que el obispo o un sacerdote con alguna normativa clara pueda decir “a partir de ahora, analizando el caso, escuchando –obviamente hay cosas que hay que escuchar de ambos–, puede volver a recibir los sacramentos de la reconciliación”, o sea de la confesión y de la comunión.»
     Afirma que el segundo matrimonio es válido, o que tiene una cierta validez ¿hay varios tipos de validez matrimonial, matrimonios más o menos válidos, matrimonios con validez de primera, segunda, tercera…? Si prima la validez del segundo sobre el primero será por ser el segundo de un grado superior.
     ¡Gracias sean dadas al cardenal Sturla! Nosotros, pobres creyentes en la indisolubilidad del matrimonio y otras supersticiones de un tenebroso pasado previo a la invención de la misericordia, estábamos pensando que esa unión civil era un adulterio y resulta que, en realidad, era un matrimonio más válido que el primer matrimonio canónico, evidentemente defectuoso e imperfecto, de bajo índice de validez, por ser conforme a la doctrina católica tradicional y a las inmisericordes palabras de Jesucristo recogidas por los evangelistas ¡cómo si esos cinco supiesen algo de misericordia y matrimonio!
     Tampoco debemos despreciar la aportación del Cardenal a la doctrina sobre la poligamia «obviamente hay una validez de ese segundo matrimonio», afirma Sturla, pero a la vez admite que puede ser imposible declarar nulo el primero, luego los dos son válidos a la vez –ya se ha visto que uno más que otro– y tenemos una situación de poligamia perfectamente santa y buena que permite recibir los sacramentos de la confesión y de la comunión. Pero digo yo, una mujer que lleva una vida tan virtuosa y perfecta, en unión polígama de valideces cuidadosamente graduadas ¿de qué tiene que confesarse?
     No sé si estas cosas forman parte de los frutos de Sínodo, de la primavera de la Iglesia tras el concilio Vaticano II o del buen hacer del Papa Francisco, pero es la enseñanza de un cardenal al que nadie ha echado por hereje. ¡Qué ojo han tenido los últimos papas para elegir a los principales jerarcas de la Iglesia! Si los hubiesen escogido por sorteo no habría salido mucho peor.

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