lunes, 1 de febrero de 2016

¿Para qué tenemos que ir a las periferias?

     Para buscar buena doctrina, pues en el centro anda algo escasa últimamente.
     Acaba de publicarse una entrevista http://rorate-caeli.blogspot.com.es/2016/02/exclusive-bishop-athanasius-schneider.html?m=1 con Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la muy periférica diócesis de Astana. Entre otras muchas cosas de buen sentido católico dice: «La crisis de la Iglesia en nuestros días consiste en el fenómeno cada vez mayor de que los que no creen ni profesan plenamente la fe católica en su integridad ocupan, con frecuencia, posiciones estratégicas en la vida de la Iglesia, como profesores de teología, educadores en seminarios, superiores religiosos, sacerdotes en parroquias e incluso obispos y cardenales. Y estas personas con su fe defectuosa afirman de sí mismos estar sometidos al Papa.»
     Tanto este obispo auxiliar, como su arzobispo Tomash Bernard Peta de la muy desconocida, remota y eclesialmente irrelevante archidiócesis de María Santísima de Astana manifiestan en cada intervención pública una fidelidad doctrinal que es la cara opuesta del espíritu herético y cismático del muy central, importante y adinerado episcopado alemán.
     Si recordamos las sesiones sinodales de 2014 y 2015 ¿de dónde vinieron todos los errores, guiños a la homosexualidad, aprobación tácita del adulterio…? De África ciertamente no, de los obispos africanos vino la más enérgica defensa de la fe de la Iglesia, del matrimonio, la familia, la santidad de la Eucaristía, el sexto mandamiento, etc. Fueron maniobreros curiales romanos los que introdujeron en los documentos sinodales los disparates, nunca los periféricos, pobres y, si interpretamos con libertad de espíritu algunas declaraciones de hombres de iglesia europeos, racialmente inferiores africanos.
     Hace unos días la buena doctrina vino de Finlandia. ¿Pero hay católicos en Finlandia? Muy pocos, pero a lo que se ve con ideas muy claras. Un comunicado de la diócesis de Helsinki http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=25858 explicó, con excelente doctrina, las condiciones para comulgar, el que no pueden comulgar los luteranos ni el ecumenismo consiste en repartir hostias –dicho sea con todo respeto al Santísimo Cuerpo de Cristo– a quienes no están en comunión con la Iglesia y, de propina, con unas pocas palabras, destrozan algunos de los errores que tanto daño hicieron en los pasados sínodos: «para recibir la Eucaristía se debe aceptar la doctrina católica sobre la misma y cumplir las condiciones necesarias para ello (por ejemplo, vivir en una relación que no sea un verdadero matrimonio sacramental cristiano es un obstáculo).»
     Entre la claridad de la eclesialmente nula diócesis de Helsinki y la farragosidad del Santo Padre Francisco al responder sobre el mismo tema a una luterana casada con un católico, yo prefiero la claridad.
     Últimamente veo más luz en la periferia que en el centro ¡qué se le va a hacer!

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