martes, 10 de mayo de 2016

¡Hay que ser ingenuo para intentar ganar a Satanás en astucia!

     Durante su reciente visita a España, el cardenal Müller, pronunció conferencias y respondió a preguntas de estudiantes, profesores y periodistas. Todo lo que oí y leí sobre esos días del Cardenal en España me pareció interesante y me convenció de que el cardenal Müller es un personaje de gran valor para la Iglesia.
     Merece una consideración detallada lo que el Cardenal reveló sobre la estrategia de comunicación del papa Francisco, cosas como:
     «Al comienzo del Pontificado, el Papa Francisco y yo hablamos. Vimos que con los papados anteriores la prensa nos acusaba a la Iglesia de hablar solo de sexualidad y de hablar sólo contra el aborto y esos temas. Y decidimos con Francisco hablar siempre, siempre, siempre de lo positivo, sin olvidar las otras dimensiones. Si nos fijamos, en los textos del Papa Francisco aparece la ideología de género, el aborto... sí, esos temas aún aparecen. Pero nos centramos en lo positivo».
     «Es una estrategia contra estos círculos de la opinión pública que quieren encerrar a la Iglesia en la imagen de que sólo habla de sexualidad. Es una estrategia. El Papa Francisco tiene su propio estilo. Él dice que se siente como un párroco, dice que la base de la doctrina ya está clara en los textos de Benedicto XVI. Él dice: ´adelante con la teología´, pero él tiene el carisma de comunicarse con la gente y quiere servir desde ese carisma…»
     «Creo que podemos ver en la reacción de la prensa que hoy hay menos agresividad contra la Iglesia. No se han convertido todos al catolicismo, claro, pero al menos hablan de otras cosas. Hablando de Laudato Si´ podemos hablar de la Creación, podemos introducir el tema del Creador, por ejemplo. Eso fue lo que hablamos: hacer un cambio, tratar esos temas, y profundizar luego en la dimensión de Dios».
     No creo que Francisco sea un personaje más positivo que Jesucristo y, sin embargo, Nuestro Señor lo mismo hablaba de sepulcros blanqueados, que reprochaba a Pedro sus pensamientos demasiado mundanos, amenazaba a los oyentes con perecer como los aplastados por cierta torre, ponía de vuelta y media una serie de errores de los fariseos, etc. A mí todo esto me suena muy negativo, pero muy acertado por parte del Verbo Encarnado.
     En mi modesta, aunque cimentada en la práctica, y profana opinión, pues yo nunca he dado clase de materias religiosas, es conveniente decir a los alumnos lo positivo y lo negativo: los enunciados correctos, la forma correcta de hacer las cosas, y las advertencias sobre los errores más comunes. No sé si esas advertencias me ganaban simpatías, pero de que reducían las meteduras de pata estoy seguro. Negarse a decir lo negativo es, en muchos casos, dejar a la gente en sus errores, dejar que los errores circulen sin que nadie los contradiga, no solamente por la prensa, sino incluso por el interior de la Iglesia.
     Tomar como índice de los acertado de la estrategia pontificia el hecho de que en la prensa hay menos agresividad contra la Iglesia con Francisco que con Benedicto XVI es de una ingenuidad pasmosa. Veamos. La prensa, los grandes medios de comunicación mundiales ¿son de Dios o del Príncipe de este Mundo? ¿qué postura toman esos medios en cuestiones como aborto, sexualidad, matrimonio homosexual…? La gran prensa mundial está bajo el clarísimo influjo de Satanás, es uno de sus mejores recursos en la actualidad. Si ahora esos medios de comunicación atacan menos a la Iglesia no es porque ellos se hayan acercado a Dios, sino porque ven que los fieles se alejan más, más rápido, más confundidos, de Dios y de su Iglesia.
     ¿Qué ha sido todo lo ocurrido en las pasadas sesiones sinodales, sus alrededores, y su repercusión mediática? ¿Qué ha hecho el papa Francisco para remediar toda esta calamidad y confusión sinodal y parasinodal? Poco o nada. Podía haber zanjado toda la confusión y las malas prácticas de numerosos obispos con una declaración magisterial rotunda sobre la indisolubilidad del matrimonio, la maldad objetiva del adulterio y su incompatibilidad, como la de cualquier otro pecado mortal, con la comunión. Pero, claro, para esto hay que ser negativo, hay que decir no a algunas cosas, hay que decir que el pecado sigue existiendo, que algunas cosas son pecado y si tu máxima aspiración en la vida es hablar «siempre, siempre, siempre de los positivo» para que los medios de comunicación te pasen la mano por el lomo…
     En esas condiciones es lógico que Satanás no azuce a sus periodistas para que ataquen con más dureza, más bien les inspirará: «Dejad que sigan en sus ensoñaciones, adormecedlos con alguna palabra favorable y que, mientras tanto, siga aumentando el desconcierto entre los fieles, el cisma no declarado, la profanación de la Eucaristía».
     El que gana con este sacrificar el mensaje de Cristo, en sus partes menos agradables para el Mundo, para obtener la aprobación de la prensa es Satanás, no la Iglesia, ni los fieles que con tanto error circulando libremente por la Iglesia pueden ir al Infierno.
     Al Mundo y su Príncipe lo podemos vencer con la verdad, la oración, el testimonio de los mártires y otras cosas tales; en definitiva, con Dios y su ayuda. Con astucia, con planes humanos, con estrategias de imagen para congraciarnos con los enemigos nos ganará siempre y a la vista está.

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