sábado, 9 de julio de 2016

Aplicación correcta de «Amoris Laetitia»: no tenerla en cuenta

     Hace un par de semanas salió la noticia de que, en Argentina, el Arzobispo de La Plata, envió una carta a sus sacerdotes «En orden a una interpretación correcta de la Exhortación Postsinodal Amoris laetitia…» en la que ni se molesta en discutir sobre los puntos concretos de la Exhortación, ni intenta conciliar alguna cosilla presente en la misma con la doctrina de la Iglesia; tampoco se dedica a decir, como otros, que la Amoris Laetitia crea confusión o que contradice algún punto de la Doctrina. Salta por encima de ella y se va a la Familiaris Consortio de 1982 y su reafirmación en 1994: «… hay que atenerse a la invariable disciplina de la Iglesia, que en la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe aparece cuidadosamente argumentada, doce años después de la Familiaris Consortio.» A continuación, sin dar más vueltas, sin perder tiempo en discusiones tontas, ni considerar que sea necesario reafirmar lo católicamente obvio, da por hecho que los adúlteros no pueden comulgar y saca una aplicación práctica de ello: «La no recepción de la Eucaristía por parte de divorciados vueltos a casar implica que debemos ocuparnos de ellos con especial solicitud…»
     En Estados Unidos también hay obispos católicos, no tantos como dicen serlo, pero bastantes, y el Arzobispo de Filadelfia publicó el pasado 1 de julio unas «Orientaciones pastorales para la implementación de ‘Amoris Laetitia’» cuyo principal mérito es no hacer el menor caso a la Amoris Laetitia en el fondo, aunque la cite mucho. Hace caso y sigue en todo la doctrina tradicional de la Iglesia, la que todos aprendimos de niños en el catecismo –los que tuvimos la gracia de ser catequizados en términos católicos. Veamos un florilegio de las Orientaciones:
     * «Catholic teaching makes clear that the subjective conscience of the individual can never be set against objective moral truth, as if conscience and truth were two competing principles for moral decision-making.» Que lo de la conciencia está muy bien, pero hay que orientar la conciencia hacia la verdad y no al revés.
     * «As with all magisterial documents, Amoris Laetitia is best understood when read within the tradition of the Church’s teaching and life.» Y si no leemos la Amoris Laetitia y nos limitamos a la enseñanza tradicional de la Iglesia tampoco nos perdemos nada, hasta puede que lo entendamos todo mejor.
     * «Christian marriage, by its nature, is permanent, monogamous and open to life. The sexual expression of love within a truly Christian marriage is blessed by God: a powerful bond of beauty and joy between man and woman. Jesus himself raised marriage to new dignity. The valid marriage of two baptized persons is a sacrament that confers grace…» Lo que ya sabíamos todos antes de la Exhortación Postsinodal.
     * «Decrees of nullity are not an automatic remedy or an entitlement. They cannot be granted informally or privately by individual pastors or priests. Because marriage is a public reality, and because a determination about the validity of a marriage affects the lives, the rights, and the duties of all parties touched by it, there must be a canonical process and a decision by the proper authority under canon law.» Ciertamente, el matrimonio es cosa seria que no se puede dejar a la mera conciencia de cada uno, y menos de los interesados. Tampoco parece, nuestro Arzobispo, muy partidario de utilizar los procedimientos de nulidad como un subterfugio para introducir una especie de divorcio católico.
     * «In light of this, priests must help the divorced and civilly-remarried to form their consciences according to the truth. This is a true work of mercy.» Efectivamente, el más misericordioso no es el que tiene más manga ancha, sino el que más nos ayuda a ir al Cielo.
     * «Every Catholic, not only the divorced and civilly-remarried, must sacramentally confess all serious sins of which he or she is aware, with a firm purpose to change, before receiving the Eucharist. In some cases, the subjective responsibility of the person for a past action may be diminished. But the person must still repent and renounce the sin, with a firm purpose of amendment.» Lo más tradicional de lo tradicional, arrepentimiento y confesión para todo pecado grave; el de adulterio no tiene nada distinto de los demás ni para bien ni para mal, ni está justificado andar dándole vueltas a ver si encontramos una manera de que los adúlteros comulguen mientras sigan en su adulterio.
     * «With divorced and civilly-remarried persons, Church teaching requires them to refrain from sexual intimacy. This applies even if they must (for the care of their children) continue to live under one roof.» Esto también me suena muy anterior a la Amoris Laetitia.
     * «Even where, for the sake of their children, they live under one roof in chaste continence and have received absolution (so that they are free from personal sin), the unhappy fact remains that, objectively speaking, their public state and condition of life in the new relationship are contrary to Christ’s teaching against divorce. Concretely speaking, therefore, where pastors give Communion to divorced and remarried persons trying to live chastely, they should do so in a manner that will avoid giving scandal or implying that Christ’s teaching can be set aside. In other contexts, also, care must be taken to avoid the unintended appearance of an endorsement of divorce and civil remarriage; thus, divorced and civilly remarried persons should not hold positions of responsibility in a parish (e.g. on a parish council), nor should they carry out liturgical ministries or functions (e.g., lector, extraordinary minister of Holy Communion).» Otra doctrina muy tradicional y previa a la Amoris Laetitia: hay que evitar el escándalo, incluso la apariencia de que se aprueban males como el adulterio. Además el tener ciertas responsabilidades y funciones en la Iglesia no es un derecho ni tiene por finalidad satisfacer los deseos (o el afán de notoriedad) de cada uno; por el bien del Pueblo de Dios no conviene que los malos ejemplos ocupen las posiciones visibles.
     * «The same call to chastity and holiness of life applies equally to all persons, whether attracted to the same or opposite sex.» Otra buena doctrina, nada de buscar extraños subterfugios y mangas anchas para la homosexualidad. Tras esta introducción al tema de las personas con tendencias homosexuales, el resto del espacio que el Arzobispo dedica al tema es de la más estricta tradicionalidad doctrinal.
     * «But two persons in an active, public same-sex relationship, no matter how sincere, offer a serious counter-witness to Catholic belief, which can only produce moral confusion in the community. Such a relationship cannot be accepted into the life of the parish without undermining the faith of the community, most notably the children. Finally, those living openly same-sex lifestyles should not hold positions of responsibility in a parish, nor should they carry out any liturgical ministry or function.» Compárese esta sensatez del Arzobispo de Filadelfia con el proceder del Cardenal de Viena cuando impuso a uno de sus párrocos la presencia, en el consejo parroquial, de un homosexual que vivía públicamente con su… lo que sea, que no sé la denominación más adecuada para estos casos.
     Se da el caso de que este arzobispo, Monseñor Chaput, ha sido elegido por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos como presidente del comité para la puesta en práctica de la Exhortación Postsinodal Amoris Laetitia. ¡Quiera Dios que otros sigan su ejemplo!

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