jueves, 25 de agosto de 2016

Comunión eclesial y confianza

     Si estamos en comunión con la Iglesia, y queremos seguir así, deberíamos poder confiar en los obispos, sacerdotes y religiosos que están en la misma comunión; pero…
     El Catecismo de la Iglesia Católica trata diversos aspectos de la comunión; una mínima parte de lo que dice es:
     «Quien dice “Yo creo”, dice “Yo me adhiero a lo que nosotros creemos”. La comunión en la fe necesita un lenguaje común de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma confesión de fe.»
     «La comunión en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.»
     «… cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos.» (Copiado por el Catecismo del Código de Derecho Canónico.)
     La comunión eclesial implica, entre otras cosas y para empezar, una comunión en la fe y, después, esa sujeción al Sumo Pontífice y comunión con los que se hallan sometidos a él. Digo primero la comunión en la fe y luego la sujeción al Sumo Pontífice por un mínimo de lógica; tiene sentido pasar de creer lo que cree la Iglesia a integrarse en su disciplina y carece de sentido integrarse en la disciplina de una especie de asociación dedicada a propagar cosas en las que no se cree.
     La doble comunión de fe y disciplina debería hacer que todos los sometidos al Sumo Pontífice creyesen lo mismo, esa fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles. ¿Es así? No. Desde hace décadas la comunión se ha convertido en algo meramente formal, nominal, una simulación, una caricatura… y no busco más formas de descalificar lo que, en la práctica, ha llegado a ser la comunión… y empeorando.
     Pensemos en los cardenales y obispos que aprueban el adulterio, al menos si se prolonga lo suficiente y de la unión nacen hijos, y administrar la Eucaristía a los adúlteros; pensemos en los padres jesuitas, y de otras órdenes, que predican a favor de las uniones homosexuales o el aborto. ¿Hay alguno apartado de la comunión con el Papa? Que yo sepa ni están excomulgados ni, tan siquiera, amonestados por el Sumo Pontífice o sus ayudantes –Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. La situación de la Iglesia cada vez se parece más a la de la Comunión Anglicana, esa jaula de grillos en que ha degenerado lo que empezó como un cisma a propósito de la indisolubilidad de un matrimonio ¡qué casualidad! Parece que ser o no fiel a Dios en materia de matrimonio, en lo que estableció «al principio», se asocia con ser o no fiel en todo lo demás.
     ¿Para qué me sirve que todos esos herejes sigan, nominalmente, en comunión con el Papa? ¿Qué bien se deriva para la Iglesia? porque los males son bastante evidentes. No siendo para algunos formalismos, incluso de carácter sacramental, no me sirven para otra cosa. Puedo cumplir el precepto dominical asistiendo a la misa celebrada por uno de ellos –Código de Derecho Canónico–, pero es evidente que no puede fiarme de lo que digan en la homilía. Puedo confesarme con uno de ellos y obtener una absolución válida, pero no puedo fiarme de los consejos que me dé un confesor semejante, ni siquiera de la valoración que haga de mis pecados; podría engañarme diciéndome que alguna de mis transgresiones de la ley de Dios no son tales.
     En fin, que ni se me pasa por la cabeza rechazar la comunión con ciertos miembros de la Iglesia que, a su vez, parecen estar sometidos al Sumo Pontífice; no quiero ser cismático, pero fiarme de ellos ¡ni un pelo!

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