domingo, 30 de abril de 2017

Cierre de parroquias

Templo parroquial y capilla
colegial de la Inmaculada.
     Es doloroso ver como va desapareciendo la Iglesia de España y algunos otros países, pero negar la realidad no ayuda y mantener una organización insostenible de organismos eclesiales diversos tampoco ayuda.
     Hace tiempo que vengo pensando en la desmesura que supone tener más de novecientas parroquias en nuestra diócesis, la de Oviedo, cuando hay un clero en extinción –casi todos los sacerdotes son viejos-, fieles casi tan viejos como los sacerdotes y el dinero para mantener tanto edificio brilla por su ausencia.
     La mayoría de las parroquias asturianas se hallan en el campo, en zonas despobladas y envejecidas, con la presunta finalidad de servir pastoralmente a una población católica que ya no existe pues los pocos no ancianos han caído mayoritariamente en la apostasía silenciosa. En muchas de estas parroquias lo único medianamente religioso que funciona de verdad, lo único que de la Iglesia interesa a sus habitantes y hasta les hace soltar dinero, es el cementerio. Para completar lo disfuncional de esta disparatada división parroquial tenemos sacerdotes encargados de diez o más parroquias, que, evidentemente, no hacen nada más que correr de una a otra sin hacer cosa que se parezca a evangelización en ninguna de ellas.
     Hace medio siglo la evolución demográfica, crecimiento de las ciudades a costa de la despoblación de la zona rural, aconsejó crear nuevas parroquias en zonas urbanas dividiendo el amplio territorio de las preexistentes, tanto urbanas como rurales absorbidas por las ciudades. Muchas más parroquias urbanas sin disminuir las rurales. La creación de las parroquias urbanas era necesaria, aunque en algunos casos quizás se llegó a divisiones territoriales muy pequeñas, y había sacerdotes diocesanos y religiosos para atender las nuevas parroquias. También había fieles para llenar las misas de las nuevas parroquias y para aportar dinero para construir los nuevos templos, cuando no se utilizaron templos preexistentes de órdenes religiosas.
     El tiempo ha pasado, la catástrofe de las órdenes religiosas ya no puede disimularse, ni la del clero diocesano ni la del pueblo fiel –muy poco fiel-; llega la hora de reducir parroquias ¿por dónde? Podríamos pensar que donde hay quince parroquias rurales para un único párroco, con cinco o diez fieles por parroquia, lo sensato sería proceder a una fusión; donde hay una parroquia con cien o doscientos fieles dejarla en paz y no fusionarla ni desmembrarla.
     La lógica eclesial, si es que hay alguna en medio del suicidio en que se halla la Iglesia en España, es diferente: acabo de saber que la Parroquia de la Inmaculada de Gijón dejará de existir y su territorio será, probablemente, repartido entre las parroquias vecinas. Al menos esta es la propuesta que la Compañía de Jesús, que viene regentando esa parroquia desde la época dorada de su creación en 1970, al encontrarse con la imposibilidad de destinar sacerdotes a la misma a causa de la muy merecida decadencia de la Compañía. Además de la escasez de sacerdotes jesuitas parece que la Parroquia ha sufrido una merma de actividad: bodas, bautizos y funerales que la hacen casi innecesaria en ese aspecto.
     La mayor preocupación de todos los implicados, sacerdotes y laicos colaboradores, es mantener la actividad de Cáritas. O sea, que el Papa Francisco pudo decir en su primera homilía que la Iglesia no es una ONG piadosa, pero la verdad es que somos una ONG piadosa pues, si ante la desaparición de una parroquia, no preocupa ni la evangelización, ni la pastoral, ni la celebración de los sacramentos, ni nada fuera de Cáritas ¿qué era esa parroquia? ¿qué somos en la Archidiócesis de Oviedo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son leídos antes de publicarlos.