domingo, 9 de abril de 2017

… pero tengo amigos homosexuales

     Desde hace bastantes años, incluso antes de que nuestro infausto Rodríguez Zapatero convirtiese la ideología de género en Religión Oficial del Estado, es frecuente oír en los medios de comunicación a personas pidiendo perdón por no ser homosexual, o por expresar alguna opinión ligerísimamente desviada de la Religión Oficial, con expresiones del estilo de: «muchos de mis amigos son homosexuales», «me gustan las mujeres, pero tengo amigos homosexuales», «que quede claro que no tengo nada contra los homosexuales, de hecho tengo amigos homosexuales y salimos a cenar con frecuencia».
     Supongo que entre las personas con las que trato frecuentemente, dejemos si son amigos o simples conocidos, habrá homosexuales, por simple cuestión de probabilidades; pero no me lo cuentan, no sé si lo son ni me dedico a indagarlo. Y no se tome esto como una disculpa del tipo «yo también tengo amigos homosexuales; vamos, casi seguro». Si acaso los tengo es por casualidad y sin ningún interés por mi parte en tener amigos o conocidos que sean homosexuales; si se constatase que no los tengo ni pensaría que falta algo en mi vida, ni me pondría a buscarlos ni pediría perdón por carecer de ellos. No es esa una característica que busque en las personas con que trato, y si algunas la tienen es por el mismo azar por el que pueda tener en mi círculo personas interesadas en el estudio del sánscrito.
     Vistas así las cosas me pregunto sobre todos esos que dicen tener tantos amigos homosexuales ¿se dedican a indagar sobre esas intimidades de sus amigos? ¿buscan intencionadamente la amistad de homosexuales declarados para ponerse a cubierto? Lo ignoro.
     El cardenal D. Antonio Cañizares, persona que me cae muy bien por su actuación eclesial, tampoco está libre de estos achaques. No nos resulta fácil librarnos de todos los errores y malas costumbres de cada época; si tenemos cuidado podemos ser conscientes de algunos y evitarlos, pero seguramente nos tragaremos otros como si fuesen la cosa más natural del mundo. Y nuestro Cardenal, en una reciente entrevista, responde así a dos preguntas:
Pregunta: ¿Entiende que el colectivo LGTBI se haya sentido ofendido por su referencia al Imperio Gay?
Respuesta: Es que es un imperio, no reconocerlo es estar ciego. No tengo nada contra los homosexuales, tengo amigos homosexuales y lesbianas.
Pregunta: Son personas, en definitiva.
Respuesta: Y hay que acogerlas con la máxima amplitud y cariño. En la Iglesia no deben ser excluidos, Jesucristo no hubiese preguntado a una persona si es homosexual.
     ¡Pero D. Antonio! ¿Por qué tiene que pedir perdón de denunciar a un grupo de poder con clara vocación totalitaria con eso de tener amigos homosexuales y lesbianas? Por otra parte, D. Antonio, dado su condición clerical, su biografía, su paso por la Curia romana, la mayoría de sus amigos serán de esos ambientes ¿tiene amigos curas homosexuales y monjas lesbianas? Mejor no indagamos más por este camino.
     Respecto a lo que habría hecho o dejado de hacer Nuestro Señor recomiendo prudencia. El Cardenal, como Arzobispo de Valencia, tiene cierta autoridad para interpretar lo que hizo Cristo, pero para decidir en lugar de Jesucristo lo que éste debería hacer en casos que no se dieron, sobre los que la Escritura y la Tradición nada nos dicen, su competencia la veo bastante próxima a la nulidad.
     Quizás el Cardenal sacase algún provecho de leer Jn 2,25 «y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.» Jesús es Dios, como tal lo sabe todo y no necesita preguntar nada. No podemos tomar, sin más, sus no preguntas como criterio porque nosotros necesitamos preguntar lo que no sabemos. Otra cosa será discernir entre los casos en que nos conviene y tenemos derecho a saber y aquellos en que no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son leídos antes de publicarlos.