martes, 26 de septiembre de 2017

Correctio filialis de haeresibus propagatis

Imagen de San Pedro bajo la de Cristo
     El Papa Francisco, en su insaciable afán de diálogo, apertura, acogida a todos, etc. sigue sin recibir ni responder a los que se dirigen a él poniéndole objeciones. No sé si hace lo mismo con los que le dirigen alabanzas.
     Hace cosa de un año cuatro cardenales dirigieron a Su Santidad unas «dubia» y se quedaron esperando respuesta; alguno de ellos habló de que si el Papa no respondía el siguiente paso sería dirigirle una «corrección formal». Dos de esos cardenales se han ido al Cielo –al menos se lo han merecido por su celo en defensa de la fe- sin recibir respuesta en este mundo y sin llegar a dar el paso de la «corrección formal». Un grupo más numeroso de clérigos y laicos, cansados de esperar respuesta y poco dispuestos a esperar que muera la otra mitad de los cardenales, han publicado la corrección filial que le dirigieron al Santo Padre hace más de un mes.
     Me he leído entera, notas al pie incluidas, esta «Correctio filialis de haeresibus propagatis», que cualquiera que sea católico y recuerde el catecismo aprendido de niño puede disfrutar en http://www.correctiofilialis.org/ , y me ha parecido excelente, de una solidez que no tienen los documentos del actual Pontífice y de una conformidad absoluta con lo que siempre ha sido creído por todos y en todas partes. Vamos, que estoy de acuerdo. En cuanto sé y se me alcanza –mis estudios no han sido, precisamente, de Teología- estoy totalmente de acuerdo con los valientes que, a riesgo de sus carreras eclesiásticas y académicas, han redactado y suscrito la «Correctio».
     Los autores han sido muy cuidadosos para delimitar lo que reprochan, los errores que ven en el escribir, decir, hacer y omitir del Papa, y distinguirlo de las explicaciones, interpretaciones y demás que ellos aportan. Los firmantes están de acuerdo pleno con la parte del documento denominada «Correctio», y dentro de ella con achacar al Papa el apoyo y propagación de siete herejías, mientras que pueden tener pequeñas diferencias en el resto del documento o bien, como reconocen explícitamente, no ser todos especialmente competentes en algunos de los asuntos tratados (caso de las doctrinas de Lutero). Han presentado el documento en seis idiomas, pero para evitar cualquier error de traducción, ambigüedad, malentendido... sobre las siete herejías han mantenido su enunciado latino en el cuerpo del texto de las seis versiones lingüísticas, mientras que su traducción a la lengua moderna aparece como nota al pie (la versión francesa remite a la versión inglesa para las notas al pie).
     Reproduzco aquí la traducción española de esa parte medular de la «Correctio», una serie de errores de los que todos haríamos bien en apartarnos.
     Por medio de estas palabras, hechos y omisiones, y por medio de los pasajes arriba mencionados del documento Amoris laetitia, Su Santidad ha apoyado, directa o indirectamente, y propagado dentro la Iglesia, con un grado de consciencia que no buscamos juzgar, tanto por oficio público como por acto privado las siguientes proposiciones falsas y heréticas:
     1). ‘Una persona justificada no tiene la fuerza, con la gracia de Dios, para seguir las exigencias objetivas de la ley divina, como si cualquiera de los mandamientos de Dios fuera imposible para los justificados; o como significando que la gracia de Dios, cuando produce la justificación del individuo, no produce invariablemente, y de su propia naturaleza, la conversión de todo pecado grave, o no es suficiente para la conversión de todo pecado grave.’
     2). ‘Los católicos que han obtenido el divorcio civil del cónyuge con el cual están válidamente casados y han contraído un matrimonio civil con alguna otra persona durante la vida de su cónyuge, y que viven more uxorio con su pareja civil, y que eligen permanecer en este estado con pleno conocimiento de la naturaleza de su acto y con pleno consentimiento de la voluntad del acto, no están necesariamente en un estado de pecado mortal, y pueden recibir la gracia santificante y crecer en la caridad.’
     3). ‘Un creyente católico puede tener pleno conocimiento de una ley divina y elegir violarla voluntariamente en una materia grave, pero no estar en un estado de pecado mortal como resultado de este acto.’
     4). ‘Una persona, mientras obedece una prohibición divina, puede pecar contra Dios por medio de este mismo acto de obediencia.’
     5). ‘La conciencia puede juzgar verdadera y correctamente que los actos sexuales entre personas que han contraído un matrimonio civil entre sí, aunque uno, o ambos, esté sacramentalmente casado con otra persona, a veces pueden ser moralmente correctos o reclamados o incluso mandados por Dios.’
     6). ‘Los principios morales y las verdades morales contenidos en la revelación divina y en la ley natural no incluyen prohibiciones que condenan absolutamente ciertos tipos de actos, porque son siempre gravemente ilícitos a causa de su objeto.’
     7). ‘Nuestro Señor Jesucristo quiere que la Iglesia abandone su antiquísima disciplina de denegar la Eucaristía a los divorciados y nuevamente casados, y de denegar la absolución a los divorciados y nuevamente casados que no expresen ninguna contrición, ni el propósito firme de enmendarse de su actual estado de vida.’

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