sábado, 7 de octubre de 2017

¡Señor, salva a España! ¿Para qué?

     Ante el peligro de desintegración estatal que se vive estos día en España, cierto sacerdote añade, al final de la misa, alguna oración tras invocar «Madre de Covadonga, sálvanos y salva a España».
     En orar no hay error, pedir a Dios, por intermedio de la Virgen, cosas que creemos buenas siempre da buen resultado –aunque es posible que Dios no nos conceda lo que pedimos sino bienes de verdad- y por ello no hay ningún mal en lo que hace ese sacerdote; todo lo contrario, ojalá muchos hiciesen lo mismo en vez de utilizar las iglesias para esconder urnas y recuentos de votaciones ilegales.
     No obstante yo me pregunto: ¿Qué interés pueden tener la Santina y la Santísima Trinidad en salvar políticamente a un pueblo apóstata e impío, en preservar la unidad de un estado anticatólico e institucionalmente contrario a la Ley Natural? ¿En qué contribuye a la gloria de Dios que exista un Estado español en vez de dos o cinco estados expañoles? ¿Los expañoles resultantes de la división van a estar más alejados de Dios que los españoles actuales? ¿Los estados expañoles van a llevar una política más inmoral ¡más todavía! que el actual Estado español?
     En fin, Dios es grande y sabrá encontrar bienes donde yo no alcanzo a verlos; pero me parece que, religiosamente hablando, el que pereciese el actual Estado español no sería una gran pérdida. Otra cosa es en terrenos como el económico, el de los derechos humanos de los que han tenido la suerte de no ser abortados a cargo del Estado español, y algunas otras cosas por el estilo. En estos otros aspectos la división podría ser una catástrofe con algún que otro conflicto armado incluido; recordemos el cantonalismo.

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