miércoles, 20 de junio de 2018

Ayudar a la Iglesia en sus necesidades

     Ese era el Quinto Mandamiento de la Santa Madre Iglesia según el catecismo que estudié de niño. Estoy completamente de acuerdo, nunca me ha ofrecido la menor duda que los fieles tenemos que mantener a la Iglesia con nuestro dinero: sacerdotes, templos, misiones, seminarios, obras de caridad, etc. Tengo un saludable materialismo: en este mundo tenemos un cuerpo material sometido a las misma leyes que el resto de la naturaleza, hemos de comer y vestir y abrigarnos y trabajar y descansar y… como todos los demás. Los que ya viven en el Cielo no tienen necesidades materiales, pero aquí las tenemos, las tiene la Iglesia peregrinante y aportar dinero para ellas es santo y bueno.
     Estoy totalmente en contra de cosas como «los curas que trabajen». Trabaja tú y después de ganarte la vida dedica horas a celebrar los sacramentos, predicar, atender a los que tienen problemas; inténtalo una temporada a ver si aguantas. Las ideas del estilo «los curas que trabajen» suponen un materialismo burdo, ajeno al sentir católico, que no da valor alguno a lo espiritual, a lo que hacen en ese terreno sacerdotes y religiosos. Hay personas, que incluso dicen ser católicas, y tienen un aprecio tal por el pegar patadas a un balón que están muy dispuestas a dar dinero a los pegapatadas; pero darle dinero, para que pueda vivir decorosamente, al que celebra una misa o acoge a un pecador y le lleva a la santidad mediante el sacramento de la Confesión ¡eso no! ¡qué trabaje!
     Otra cosa es discernir –si se puede discernir que los adúlteros comulguen mucho mejor se podrá discernir sobre a quién o a qué dedicar el dinero- cuales son las verdaderas necesidades de la Iglesia y cuales las que usurpan tan noble denominación. Desde hace algún tiempo vengo leyendo, de personas a las que cabe suponer buen sentido católico por su continuada adhesión a la verdad en medio de la confusión reinante, recomendaciones de dejar de contribuir a la Iglesia al bulto, podría decirse, para ayudar selectivamente a los sacerdotes, parroquias, obispados, comunidades religiosas, etc. que realmente están en la fe católica, la evangelización, la caridad y todo aquello que es bueno, conforme a las enseñanzas de Cristo y gloria del Padre.
     ¿Qué sentido tiene que un católico alemán pague el impuesto religioso para que vaya a parar, en su mayor parte, a obispos que se declaran en cisma y herejía? ¡Pero si ningún obispo alemán está condenado por hereje ni cismático! ¿Y qué? Excepto siete obispos que han puesto el grito en el cielo con lo aprobado por todos los demás de dar la comunión a los protestantes, la gran mayoría incurren en toda clase de errores y rebeldías, aunque por la anomia que vivimos desde hace más de cincuenta años en la Iglesia no estén todos excomulgados y depuestos. ¿No sería preferible que los católicos alemanes, en la medida que les sea posible, eviten ese impuesto y den su dinero a los siete obispos católicos que tienen y, que a ser posible, los demás obispos se vayan a la cola del paro?
     En el caso de España. La asignación tributaria a través del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas o se queda en el Estado, si en la declaración del Impuestos no se pone la señal en favor de la Iglesia, o se va a la Conferencia Episcopal española que luego la reparte entre todas las diócesis con criterios de número de parroquias y otros tales. Pero ¿es una necesidad de la Iglesia que reciban dinero diócesis donde se desprecia, discrimina, ningunea y maltrata a dos tercios de los católicos practicantes? además de sostener toda clase de errores doctrinales o pasarles la mano a los presbíteros que pagan abortos. ¿No sería mejor que los católicos diésemos todo nuestro dinero a las diócesis en que no se hace eso? ¿En qué beneficia a la Iglesia, en qué sentido puede decirse que estamos ayudando a la Iglesia en una de sus necesidades, cuando ponemos dinero a disposición de un clero absolutamente separatista, supremacista –forma fina de decir racista-, heterodoxo en muy buena parte, que espanta a los dos tercios de fieles castellanoparlantes y pone el máximo afán en servir a unos políticos que proclaman, abiertamente, sus planes de ingeniería social anticatólica? ¡Que se vayan al paro o a comer de los pesebre independentistas, pero no del dinero de los fieles católicos!
     Piscis a capite foetet. Últimamente, organismos vaticanos, invitan a dar conferencias a homosexualistas y abortistas, nombran consejeros a ideólogos de género y productores de noticias falsas, organizan reuniones de masas para predicar las bondades de las formas de familia contrarias al Sexto Mandamiento… ¿Es una necesidad de la Iglesia pagar los viajes de tales conferenciantes, los sueldos de tales asesores, los dispendios de esas reuniones? No. El Quinto Mandamiento de la Santa Madre Iglesia no nos manda contribuir a tales aberraciones y algún que otro Mandamiento de la Ley de Dios nos dice que no lo hagamos.

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