jueves, 28 de junio de 2018

Celebrante sin casulla ni sentido

     En el año 2008 pululaba por la comunidad capuchina de Gijón y la parroquia que ella sirve, la de San Antonio de Padua, un fraile que además de tener la manía de celebrar misa sin casulla se tomaba otras muchas libertades. Tras aguantarle una misa de domingo, con más disparates de los acostumbrados, le envié la carta que sigue, de la que no tengo nada que corregir salvo, quizás, cosas de ortografía, puntuación y sintaxis; sigo pensando lo mismo de los errores y arbitrariedades de aquel sacerdote y otros como él. Recuerdo que, al no conocer su nombre, en la dirección del sobre puse: «Para el sacerdote que no usa casulla». No me respondió, pero comprendo que un señor tan atareado corrigiendo a Dios no tenía tiempo para hacerme correcciones a mí, que no soy más que polvo y ceniza.
Gijón, 18 de noviembre de 2008
Estimado Padre:
    Soy un feligrés de la parroquia del Corazón de María que, por comodidad, acude con mucha frecuencia a San Antonio de Padua y he asistido a varias de sus misas de las que querría comentarle la este domingo a las doce. Anticipo que no me produce ningún problema de conciencia seguir misas conformes a las normas litúrgicas y, en cambio, me resulta molesto que cada sacerdote me imponga sus ritos cuando yo quiero asistir a los de la Iglesia.
    Antes de iniciar la misa de este domingo quiso que aprendiésemos a cantar el salmo, cosa que apruebo enteramente, asegurándonos que si no era cantado sería mejor que ni alternásemos la respuesta rezada. Puede que sea cierto pero ¿no habrá otras cosas que de no hacerlas bien sería mejor que no las hiciese en sus misas?
    Empieza la misa con una monición a cargo de un laico y luego usted añade otra pequeña monición o introducción no menos laica, “buenos días” incluido. Me parece que con una monición basta y que “el Señor esté con vosotros”, tras la invocación trinitaria, es suficiente saludo y de mejor calidad litúrgica. No es el inicio de una reunión meramente humana, con sus apretones de manos, besos, abrazos, “buenos días” y “que tal estás”; es el inicio de una misa, otra cosa.
    Pronunció otra monición previa a las lecturas, que por lo larga y el tema iba para homilía, en la que nos informó de que el elogio a la mujer hacendosa se escribió dos o tres mil años antes de Cristo, no lo sospechaba tan antiguo, nos advirtió de lo machista que es y nos dijo la forma en que debíamos corregirla. He tenido que oír muchas cosas poco afortunadas sobre la Palabra de Dios pero la idea de corregirla... Le confieso que me considero totalmente incapaz de corregir a Dios. Interpretarlo... vale, pero decirle “te has equivocado y aquí el que sabe soy yo” me parece algo atrevido. Estuvo bien que nos indicase la posibilidad de aplicar los elogios a la mujer a cualquier persona que los merezca, y hasta la posibilidad de que bajo ese lenguaje el texto se refiera a la Sabiduría y a Dios; pero el dejarse enredar en la ideología de género y sus aledaños con sus obsesiones sexistas sobre el machismo me parece un error. Son los criterios machistas y feministas los que tienen que ser juzgados desde la Palabra de Dios y no a la inversa. Además no me parece tan difícil ver ese texto con otros ojos, algo así como: “En una sociedad patriarcal, en que la mujer es minusvalorada hasta el punto de tratársela como una propiedad de hombre, el autor sagrado sabe elevarse por encima de ese ambiente reconociendo la valía, méritos y virtudes de las mujeres.” ¡Así de fácil! Lo que con miras estrechas es machismo con más confianza en el valor de la Palabra de Dios es, casi, casi, feminismo ¡y sin hacerle ninguna corrección! Tampoco me tome esta sugerencia al pie de la letra, no soy experto y no puedo garantizarle su acierto, pero hay otras posibilidades diferentes de recomendar a los fieles que corrijan la Biblia.
    Antes de iniciar el evangelio dijo que, como era largo, el que quisiera podía sentarse tras la introducción. El resultado práctico fue que algunos se sentaron inmediatamente, sin esperar a la introducción. A mí el evangelio no me pareció tan largo, va en opiniones, pero puestos a dar indicaciones yo preferiría que hubiese pedido que se arrodillasen los asistentes durante la consagración.
    Terminado el evangelio nos informó “es Palabra del Señor”. Pude haber respondido como me pedía el cuerpo: “ya lo sabía” pero me moderé y di la respuesta litúrgica. Me parece una mala idea sustituir esas expresiones de proclamación agradecida y admirada por Dios que nos habla “Palabra de Dios” y “Palabra del Señor” por los enunciados intelectuales “es Palabra de Dios” y “es Palabra del Señor”. ¿Qué pasaría si cada uno de los que participamos en una misa dijésemos las oraciones y respuestas más de nuestro gusto?
    Le ruego que haga un pequeño esfuerzo para seguir las normas litúrgicas en ornamentos, oraciones, ritos... pues no está diciendo su misa sino la de la Iglesia, para unos fieles que no son suyos, sino de la Iglesia. Yo estaría encantado y no creo que se generasen oleadas de rechazo y deserción en los demás habituales de ese templo. Llevamos décadas soportando, tras las reformas litúrgicas del Vaticano II y Pablo VI, que muchos sacerdotes hagan lo que quieran, a veces con pretexto de aproximación a la sensibilidad de los asistentes, con el deseo de gustar, y ni he vista aumento de la asistencia a misa, ni de la adhesión a la Iglesia, ni fruto alguno.
    Atentamente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son leídos antes de publicarlos.