Catedral bombardeada de Colonia, celebración de misa a prueba de bomba. |
Catedral bombardeada de Münster, celebración de misa a prueba de bomba. |
El que las novedades hayan sido fraguadas en una Congregación para la Doctrina de la Fe que se caracteriza, en el actual pontificado y con su actual Prefecto, por su inacción doctrinal, es otro motivo de extrañeza para mí. No hacen nada frente a tanto error doctrinal, pero quieren enriquecer la misa tradicional con nuevos prefacios de excelente doctrina (eso espero). Raro.
A confiar en el acierto de las nuevas disposiciones sobre la Santa Misa me lleva el ver quienes se oponen. En vidanuevadigital.com han publicado un par de artículos. El primero se titula: «Doctrina de la Fe actualiza la liturgia de la misa de espaldas», con semejante nivel de comprensión sobre la Forma Extraordinaria es de suponer que todo lo que siga sea equivocado y cargado de prejuicios, como por ejemplo: «Desde que Benedicto XVI recuperó para los más nostálgicos en 2007 la tradicional forma de celebración de la misa de espaldas…»
El segundo artículo de esa misma publicación digital me ha inyectado una mayor dosis de confianza, pues se encabeza así: «Distintos teólogos del mundo se pronuncian en contra de los nuevos decretos del Vaticano sobre la misa ‘ad orientem’. Más de 140 expertos se han unido para pedir a Doctrina de la Fe que retiren ‘Quo magis’ y ‘Cum santissima’». Algo a lo que se oponen 140 de los disidentes y herejes habituales tiene grandes probabilidades de acierto. El escrito de los 140 empieza con cierto patetismo: «La gran tradición litúrgica, que siempre ha acompañado y apoyado a la Iglesia en su historia de gracia y pecado, escucha el grito de individuos y naciones en esta crisis pandémica, que trae sufrimiento y aflicción a quienes están enfermos, y miedo, aislamiento y soledad a todos los demás. Sin embargo, nunca habríamos pensado que un sufrimiento pequeño pero no marginal vendría al mismo tiempo a través del ejercicio de la autoridad eclesial.» Solamente falta decir que estas modificaciones litúrgicas aumenten la agresividad del COVID-19.
Continúan calificando de distorsión el que haya seminarios «donde se espera que los futuros ministros sean entrenados al mismo tiempo en dos ritos diferentes: el rito conciliar y el que lo niega», y profundizando en este tema de la oposición doctrinal entre las formas de celebración, afirman que Doctrina de la Fe «parece ignorar, precisamente en el nivel dogmático, un conflicto grave entre la ‘lex orandi’ y la ‘lex credendi’, ya que es inevitable que una forma ritual dual y conflictiva conduzca a una división significativa en la fe». Después de revolcarse un poco más en sus errores, los 140 terminan en plan tremendista con que continuar alimentando un «estado de excepción litúrgica», solo conduce «a la destrucción, privatización y distorsión del culto a la Iglesia».
¡Ay, ay, ay! Teologuillos de la perpetua disidencia y la ruptura con la tradición apostólica. Si hay división entre la fe de una forma de celebrar y de otra, la buena, la verdadera, será la más próxima a los orígenes apostólicos, y la vuestra será la equivocada y hasta herética. Y en lo de la destrucción, privatización y distorsión del culto ¿habéis hecho otra cosa en los últimos cincuenta años más que celebraciones arbitrariamente distorsionadas según vuestro gusto privado hasta destruir en los fieles el sentido de lo que es una auténtica celebración católica de la misa?
He leído otro comentario mucho más favorable que este mío a las novedades en la Forma Extraordinaria. En él se alegaba que una de las objeciones que se suelen hacer a esta forma, haber quedado fosilizada en 1962, queda destruida al hacerse estas pequeñas modificaciones. La forma tradicional del Rito Romano seguiría evolucionando a mejor, poco a poco, como lo ha hecho durante siglos, sin rupturas traumáticas como fue la introducción del Novus Ordo. Vuelve extrañarme que Francisco quiera hacerle al Vetus Ordo el favor de eliminar esa tacha, pero mayores milagros hace Dios a diario cada vez que un pecador se arrepiente y reconcilia. ¡Quién sabe!
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