jueves, 3 de septiembre de 2020

Catedral de Pamplona

Capilla mayor
     ¡Aleluya!
     La catedral de Pamplona está dedicada a Santa María y no al santo turismo.
     ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
     Sabiendo que a las nueve y media había rezo de laudes y misa, me dirigí a la Catedral con mucho adelanto temiendo –soy hombre de poca fe- que tardaría algún tiempo en encontrar la puerta secundaria por la que se nos conduciría a una capilla apartada para una celebración del culto que no molestase a los turistas. ¡Nada de eso! Estaban abiertas dos puertas de la fachada principal y, cuando pregunté, me dijeron que laudes y misa se celebrarían en el altar mayor. Los fieles no solamente teníamos a nuestra disposición la mejor capilla de la catedral, la mayor, sino que podíamos circular por toda la seo sin barreras que nos limitasen al mero espacio de la misa. Grata sorpresa en medio de tanta catedral turistificada como tenemos en España.
     Consideré que me resultaría de mayor provecho espiritual irme a rezar a la capilla del Santísimo mientras esperaba el inicio de los laudes, pero eso no fue obstáculo para visitar el templo. Acabada la celebración los fieles todavía tuvimos un tiempo, hasta las diez y media en que comenzaban las visitas turísticas, para pasear por la catedral y admirar sus muchas bellezas.
     Después de eso pagué con gran gusto la entrada para visitar de nuevo el edificio y sus muchos anexos. Todo está muy arreglado, todo en buen estado de uso. No es una de esas catedrales en que dominan lo viejo, sucio y ajado. Vale la pena la visita, sin tiempo tasado, del complejo catedralicio.
     La única lástima es que esta catedral tiene muy poco culto. En toda la semana solamente hay nueve misas, una de las dominicales de la forma extraordinariamente buena del Rito romano, y los rosarios vespertinos. Y para empeorar las cosas este poco culto con poquísimas personas: éramos 17, siete entre sacerdotes y sus ayudantes en el presbiterio, los otros diez, incluido un niño en su sillita –esa era toda la cantera que había-, en la zona dedicada al pueblo. ¡Ay Navarra, quién te ha visto y quién te ve! De ser una de las zonas de mayor fe y fecundidad espiritual en España, cuna de numerosos sacerdotes y misioneros, a 17 en una misa de tu catedral.

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