viernes, 22 de enero de 2021

Tronar o venir a menos

     Cuando era niño oía comentarios sobre familias tronadas y venidas a menos. Ahora no escucho esas expresiones, pero la realidad que encierran sigue vigente y en ocasiones se nos presenta la disyuntiva entre tronar o venir a menos.
     Una familia tronada y una venida a menos son casi lo mismo, familias que fueron ricas y perdieron patrimonio e ingresos. La diferencia está en la actitud que tomaron a medida que sus economías fueron mermando: las tronadas siguieron gastando y manteniendo sus pretensiones hasta el desastroso final, las venidas a menos fueron adaptando su vida a sus menguantes posibilidades hasta alcanzar un nuevo equilibrio económico en un nivel más modesto. Las familias tronadas podían acabar rotas –una tía abuela mía se enteró de la ruina cuando su marido desapareció dejándola en la miseria con varios hijos-, totalmente desacreditadas en lo social y mercantil, hasta sin casa y algunas veces en la cárcel. Las familias venidas a menos pueden conservar parte de sus relaciones sociales y algunos bienes de su época de esplendor, cosas como una muy buena casa que en su estado decaído ya no podrían comprar, pero como no dejaron deudas ni estafaron a nadie y sus menguados ingresos alcanzan para el mantenimiento ordinario, pueden seguir viviendo en ella.
     Apliquemos lo anterior a la Iglesia, concretamente a la que peregrina (bastante mal) en España. De ser la única asociación a la que estaban vinculados casi todos los españoles a ser minoritaria (véanse cifras de bodas y bautizos); de tener cierto apoyo estatal a la persistente inquina de los gobernantes que dictan las leyes más perversas; de abundancia de sacerdotes y religiosos jóvenes a la escasez y decrepitud de lo que aún no ha fallecido; de recibir legados y herencias a que no te apetezca lo más mínimo acordarte en testamento de lo que hoy se hace pasar por Iglesia. Todo esto es decadencia, naufragio, caída libre; venir a menos, en el mejor de los casos, o tronar si se persiste en seguir como si no pasase nada.
     Veamos lo que hace una diócesis cualquiera en medio del actual desastre, por ejemplo la de Oviedo.
     - Mantiene unas 930 parroquias de papel, haciendo como que tienen una realidad litúrgica y pastoral, porque la mayoría no tienen ni sacerdote, ni fieles, ni dinero, ni actividad reseñable fuera de los entierros, ni una misa a la semana. ¡Hay que mantener las apariencias! ¿Cómo se atreve usted a decir que no tienen sacerdote? Todas tienen párroco. Sí, todas tienen un décimo de párroco, un quinceavo de párroco… un sacerdote que va por allí una vez cada varias semanas.
     - Tiene más de doscientos sacerdotes en activo, que pronto serán cien pues su media de edad ronda los setenta años. ¡La juventud es el futuro!
     - Tiene fieles, aunque solamente Dios conoce su número. Así a ojo, en gran parte de las misas, los fieles son tan jóvenes como su clero. ¡Más juventud con futuro!
     - Tiene muchos cargos: Vicario General, Canciller-Secretario, Notaria que hace también de Agente de Preces, Encargado y Encargado Adjunto del Archivo Diocesano, Encargado del Archivo Histórico, Secretario de la Visita Pastoral ¿qué será eso?, y algunos cargos más acumulados en las mismas personas que los anteriores, lo que es indicio de la poca realidad de tales cargos si una persona puede ejercer varios. También hay un Vicario Episcopal de Pastoral y cuatro Vicarios Episcopales para distintas demarcaciones. No nos olvidemos del Vicario Judicial y su adjunto, los jueces, el Defensor del Vínculo y la Moderadora, que supongo será una especie de administradora de esa rama. Entre todos estos cargos hay unos ocho con tratamiento de Ilustrísimo y uno con el de Muy Ilustre. ¡Estamos salvados!
     - Tiene, como es lógico en cualquier organización, encargados de las cuentas, el personal, los edificios: el Ecónomo, las dos empleadas de contabilidad, el de Personal, el de Patrimonio, el Secretario de Obras Diocesanas y el encargado de Inspección y Oficina Técnica. Esta parte no me parece excesiva dado el número de sacerdotes, los más de novecientos templos parroquiales, las mil quinientas capillas y los otros muchos inmuebles que hay que administrar.
     - Hay que mencionar el inmenso rebaño de comisiones y delegaciones, cuya realidad me ofrece serias dudas, muchas más que su poca eficacia. (Por favor, que nadie trate de leer en voz alta la relación que sigue pues perderá el resuello.) Comisión para la Transmisión de la Fe (en una diócesis en que cualquier sacerdote tiene licencia para soltar cuantas herejías quiera y seguir desertizando su parroquia) que incluye: Delegación Episcopal de Enseñanza, Delegación Episcopal de Catequesis, Delegación Episcopal de Liturgia (¡y qué formas de celebrar misa se ven!), Delegación Episcopal de Familia y Vida, Delegación Episcopal de Misiones, Delegación Episcopal de Ecumenismo y Delegación Episcopal para las Causas de los Santos. Comisión para la Comunión Eclesial y sus delegaciones: Delegación Episcopal de Clero (en continua mengua), Delegación Episcopal de Vida Consagrada (en continua mengua, que a veces es de agradecer), Delegación Episcopal de Apostolado Seglar (es posible que exista ese apostolado aunque no lo he visto), Delegación Episcopal de Pastoral Juvenil (ignoro si tiene materia prima sobre la que ejercer su pastoral) y Delegación Episcopal de Pastoral Vocacional (perfecto fracaso a juzgar por las cifras del seminario). La Comisión para la Caridad y Servicio puede que sea de las que tiene mayor funcionamiento real, no siempre acertado, pero real, comprende: Delegación Episcopal de Caritas y Acción Social, Delegación Episcopal de Pastoral de la Salud, Delegación Episcopal de Pastoral Penitenciaria y Delegación Episcopal de “Manos Unidas”. Comisión para la Cultura y Comunicación, comprende: Delegación Episcopal de Medios de Comunicación Social, Redacción de Esta Hora (quizás tenga más lectores que redactores), Delegación Episcopal de Peregrinaciones, Delegación Episcopal de Piedad Popular (después de haberla ridiculizado y destruido durante décadas) y Delegación Diocesana de Cultura y Pastoral Universitaria.
     - No debemos olvidar que también hay, y seguramente tienen sus reuniones, Colegio de Arciprestes, Consejo Pastoral Diocesano, Colegio de Consultores, Consejo de Asuntos Económicos y Consejo Presbiteral.
     - Hurgando un poco más en la información aparecen directores de secretariados, que parecen ser algo distinto de la plétora de comisiones y delegaciones ya mencionada, aunque algunos parecen repetición de otros cargos presentados ahora bajo el título de secretariados: Apostolado del Mar, Inventario Catalogación B.C.I. (supongo que será algo de bienes artísticos y cosas así), Obras Diocesanas, Pastoral de Emigrantes, Pastoral del Sordo (quizás solamente tengamos un católico sordo en la Diócesis), Seguimiento Plan Pastoral Diocesano, Encargado Archivo Histórico y Encargado Archivo Diocesano.
     Con tan florido organigrama si no tienes un cargo en la Archidiócesis de Oviedo es porque no eres nadie o porque eres laico. El sacerdote que no está en consejo, delegación, secretariado o vicaría es que se halla muy lejos del favor del Señor Arzobispo y de sus colegas presbíteros más influyentes. (Estas últimas observaciones las dedico con cariño a algún sacerdote que conozco.)
     Quedo preguntándome ¿de verdad todo eso sirve para algo, tiene alguna actividad real, repercute algo en la evangelización y la salvación de las almas? Un menor número de parroquias y órganos varios ¿no haría más sencilla la administración de la diócesis y dejaría más tiempo para predicar el Evangelio? ¿Cuánto tiempo más se puede mantener este tinglado con la continua mengua de sacerdotes y fieles? ¿Para qué? ¿No sería mejor hacer como las familias venidas a menos, ir reduciendo lo que a todas luces resulta insostenible, en vez de lo que hacen las familias tronadas, mantener las apariencias hasta que todo se derrumba? Tal como vamos llegará un momento en que ni siquiera habrá efectivos suficientes para mantener el control de tanto bien material disperso por toda la geografía de la diócesis, para que no sea usurpado sin que ningún representante de la propiedad se entere y haga algo al respecto. Menos todavía habrá dinero para mantener tantos tejados, y en Asturias, con lo que llueve.
     Con los datos disponibles, en tres años, del 2015 al 2018, los ingresos de la Archidiócesis disminuyeron de 11463490,62 euros a 11173131,93 euros, solamente un 2,5% que habría sido algo mayor de no haberse vendido patrimonio en el 2018, cosa que no se hizo en el 2015. Pero lo alarmante son los ingresos por aportaciones de los fieles, bajaron de 4171662,50 euros a 3730279,67 euros, un poco más del 10%. Este descenso de dinero aportado por los fieles es congruente con el descenso y envejecimiento de los mismos, con que se mueren y no son reemplazados. De momento la economía diocesana resiste por cosas tan poco edificantes como la disminución de las retribuciones del clero; cada vez hay menos sacerdotes, cada vez se necesita menos dinero para que puedan vivir. También se ha disminuido notablemente la partida de conservación y funcionamiento de edificios, de 1480736,50 euros a 942855,27 euros, más de un 36% de bajada. La Diócesis sigue teniendo los mismos edificios que tenía, luego está descuidando su mantenimiento, luego sin reconocerlo abiertamente está abandonando parte de ellos, luego está manteniendo las apariencias, como familia que acaba tronando, hasta el derrumbamiento. La verdad de la Archidiócesis de Oviedo, de su marcha hacia el precipicio, queda mejor expresada con estas tres disminuciones: aportaciones de fieles, retribuciones de sacerdotes y mantenimiento de edificios, que con cualquier otro número.
     No está en la voluntad de Dios que la Iglesia, en España o en cualquier otro sitio, se vaya a la ruina, lo consiente, pero no con gusto. Somos los humanos los que la llevamos al calamitoso estado en que se halla y nunca nos faltará la gracia para volver al buen camino; por ejemplo: los que dirigen la Iglesia en España podrían empezar a deshacerse de tanta cosa inútil como cultivan con fruición y empezar una decidida marcha hacia la buena doctrina, la buena liturgia, la recuperación de la disciplina eclesiástica… esas cosas que se tiraron a la basura hace medio siglo y sirven para llevar a los hombres a la salvación.

1 comentario:

  1. Da miedo pensar a donde llegará la Iglesia Católica si en todas las diócesis ocurre algo parecido a la de Oviedo, y está ocurriendo.

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