jueves, 11 de marzo de 2021

Otro funeral lamentable

     Acabo de asistir al funeral de una persona cuya fe no conozco, pero si su nula práctica. Desdichadamente los que asisten a un funeral suelen parecerse al difunto y, para dar una idea del nivel, basta saber que al llegar me los encontré dentro del templo de pie charlando –algunos tardaron en callarse cuando salió el sacerdote a celebrar- y, a la consagración, de 62 asistentes nos arrodillamos dos. ¡Fariseo, te crees mejor que los demás por guardar silencio y arrodillarte a la consagración! Ni mejor ni peor, solamente que el que no sabe ni como comportarse en un lugar y un acto es que no frecuenta tales lugares y actos.
     El sacerdote no mejoró el nivel de la celebración. Omitió el saludo inicial «En el nombre del Padre, del...» y la bendición final, así que las menciones trinitarias sufrieron una clara reducción. Pero no se limitó a eliminar el saludo, eliminó todo el principio de la misa. Empezó a perorar nada más llegar al altar –es de los convencidos de que sus palabras son espíritu y vida, mientras las de la liturgia son sonidos vanos, «flatus vocis» en plan latino- y habló y habló hasta que le apeteció leer la oración colecta; realmente ahí empezó la misa.
     En la homilía nos dijo que no le gustaba alabar las cualidades del difunto porque unos lo ven de una manera y otros de otra, pero parece que él está totalmente seguro de como lo ve Dios. Afirmó que el difunto está contemplando la gloria del Resucitado, argumentando, por llamar de alguna manera su soltar palabras por esa boquita, que Cristo no derramó hasta la última gota de su sangre para dejar tirado a nadie. ¡Qué astuto! Sin usar palabras como «Cielo», «salvación» y «todos» afirmó que todos vamos al Cielo sin importar nuestro modo de vida, acciones, fe, amor u odio a Dios, etc.
     Tras lo anterior, lo que me quedaba por ver era poca cosa. Que utilizó una patena y un cáliz de cerámica en vez de metálicos, que no añadió agua al vino y, por supuesto, no hizo lavatorio. Minucias.
     Como tantas veces después de asistir a un funeral o a otra misa dicha por estos sacerdotes de liturgia arbitraria y doctrina de su invención me queda preguntar: ¿para qué sirve eso? ¿a quién de los asistentes ha llevado a la conversión con sus arbitrariedades litúrgicas y doctrinales? ¿qué perdería la Iglesia si ese funeral no se hubiese celebrado? ¿qué perdería si ese sacerdote no volviese a predicar ni celebrar?

2 comentarios:

  1. Parece que la Misa no fue válida, o si se prefiere no hubo consagración, ya que se consagró solamente con vino.

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    1. ¡Hombre, no exagere! Añadir un poco de agua es cosa que puede afectar a la licitud, no a la validez.

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