domingo, 16 de noviembre de 2014

Orientaciones para una exégesis

     En este domingo XXXIII per annum del ciclo A la primera lectura de la misa es del Libro de los Proverbios 31,10-13.19-20,30-31 y empieza así: “Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?; vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella...” Una alabanza rotunda de la mujer no solamente hacendosa, sino también caritativa y religiosa pues añade cosas como “Abre sus manos al necesitado...” y “la que teme al Señor merece alabanza”.
     Gracias a Dios yo no he pasado por esos estudios de la Sagrada Escritura que, so pretexto de rigor, la retuercen, ningunean su autoría divina, resaltan lo accesorio para ocultar mejor lo fundamental, etc. y un elogio como ese del Libro de los Proverbios me parece fenomenal, se lo dedique a una buena esposa o a un buen pastor de cabras. ¿O acaso se pretende que la sagrada escritura alabe a vagos e irreligiosos?
     Lo malo es que este domingo la homilía de buena parte de los sacerdotes está dedicada a pedir perdón a las feministas y desacreditar la Biblia ante los fieles. Que si este Libro de los Proverbios presenta una concepción superada, que si hay que comprender el ambiente en que se escribió, que si hoy en día... Alguno llega a dar a los fieles pautas para corregir ¡sí! corregir esta lectura. Recuerdo a un sacerdote que antes de proceder a leer el elogio de la buena esposa nos dio una pequeña charla sobre la forma en que debíamos entenderla y terminó diciendo que “así corregida” como que no nos haría daño; tan osado era como para decirnos literalmente que teníamos que corregir la Palabra de Dios.
     A mí se me ocurren mejores cosas que decir de esa lectura, incluso si queremos dar cierto margen para el feminismo. Por ejemplo: en medio de una sociedad en que las mujeres eran tenidas en nada y el marido era al único al que se daba importancia, el autor sagrado se eleva sobre la concepción ambiental y reconoce el valor y contribución de la mujer.
     De todas formas para el pasaje de este domingo y para todo el resto de la Biblia propongo el siguiente criterio exegético: la Biblia está bien, Dios acierta en todo. Si yo no logro sacar cosa buena de una de las lecturas el problema es mío; puede ser que no lo estudié suficientemente, que Dios no me dio la suficiente luz o, lo que es peor pero muy frecuente, es mi pecado y mi identificación con ideas de este mundo de pecado lo que me impide ver claro.

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