sábado, 29 de noviembre de 2014

Noticias sobre el matrimonio que me gustan

     La Iglesia está asediada por errores de todo tipo, siempre ha sido así y parece que ahora más que nunca; aunque habría que preguntar a los que vivieron hace siglos como veían la situación en su época. Santa Teresa de Jesús decía aquello de “vivimos tiempos recios” y sus razones tendría, siendo santa y doctora seguro que tenía razón, pero a los que nos ha tocado efectuar nuestra peregrinación ahora nos parece que nuestros tiempos son más que recios.
     La última ofensiva herética pública, descarada y a gran nivel dentro de la Iglesia seguramente es la que se quiere cargar la indisolubilidad del matrimonio y la santidad de la Eucaristía, junto con todo lo demás que pille por el camino: noción del pecado de adulterio, necesidad de propósito de la enmienda para confesarse, acción pastoral al servicio de la verdad... y hasta la misma posibilidad de existencia de matrimonios válidos; se buscan tales y tantas causas de nulidad que sortearlas todas para casarse válidamente sería una hazaña moral y hasta intelectual.
     Esta situación que padecemos hace que me alegre mucho cada vez que aparecen declaraciones de eclesiásticos fieles a la verdad, defensores de todo lo que los herejes y sus acólitos atacan, promotores de lo que es grato a Dios y lleva a la vida eterna, desenmascaradores de cuantos engaños han tomado estado público en la Iglesia alrededor del reciente y nefasto Sínodo. De este tipo de declaraciones y conferencias escojo las recientes del arzobispo Stanislaw Gadecki, el cardenal Velasio De Paolis y Monseñor Giuseppe Sciacca.
     El arzobispo Stanislaw Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, ha vuelto a manifestarse con firmeza, como puede verse en http://www.adelantelafe.com/la-gran-division-el-presidente-de-la-conferencia-episcopal-polaca-la-comunion-de-divorciados-vueltos-a-casar-es-un-ataque-a-la-indisolubilidad-del-matrimonio/ con afirmaciones como “La comunión de divorciados vueltos a casar es un ataque a la indisolubilidad del matrimonio.”
     Ya habría estado bien lo anterior, pero el Arzobispo dice mucho más. Además de considerar la propuesta de dar la comunión a los adúlteros un ataque al matrimonio, dice que cambiaría la comprensión de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, y que no hay solución teológica al problema (algunos decimos que no hay problema alguno dado que hay una doctrina muy claramente establecida) porque la teología católica se basa en las páginas del Evangelio donde Cristo prohíbe el adulterio. Esta prohibición fue transmitida a nosotros por Cristo en condiciones igualmente difíciles como hoy, tal vez incluso más difíciles porque los paganos, al convertirse al cristianismo, tenían situaciones matrimoniales aún más irregulares que las actuales.
     Acusa al director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Padre Federico Lombardi, de informar sobre el Sínodo de forma torticera pues invitó a conferencias de prensa sólo a ciertos obispos, mientras de las declaraciones de otros obispos elaboró resúmenes por su cuenta.
     Los redactores de la “Relatio post disceptationem” reciben un reproche análogo pues califica el documento de informe de un solo lado, un intento de forzar una cierta dirección a través de la publicación de un documento redactado en una forma determinada.
     La idea de algunos padres sinodales, de cambiar el procedimiento de nulidad matrimonial de judicial a administrativo sería una banalización del proceso y la trivialización de la responsabilidad de los que se separan. En estos procesos demasiada misericordia, si se separa de la verdad, puede causar mucho daño y advierte que los esposos en conflicto, a menudo, presentan información falsa al tribunal: “El grado de la mentira y el odio de una persona a otra, a menudo es tan poderoso que el descubrimiento de la verdad y el poder llegar a un veredicto justo es muy difícil.”
     A la pregunta de si había cambiado su línea, pues en el pasado Mons. Gadecki era tenido por miembro del ala liberal del episcopado, respondió que en el orden eclesiástico no hay cosas tales como liberal o conservador, a lo sumo se puede ser fiel a la Tradición de la Iglesia o se puede ser infiel. A la vista de esta respuesta me parece que ya sabemos lo que piensa Mons. Gadecki sobre algún cardenal que hace teología arrodillada.
     El cardenal Velasio De Paolis ha pronunciado, en la Universidad San Dámaso, de Madrid, una conferencia sobre “La pastoral de los divorciados vueltos a casar y los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia”, señalando que la propuesta de dar la Comunión en estos casos constituye un cambio doctrinal y una violación grave de la moral conyugal y de la disciplina de la Iglesia. Así se recoge en http://www.alfayomega.es/noticias_digital/2014/11/20141126_pdfDePaolis.php
     El cardenal De Paolis va más allá y se preguntó por la competencia del Sínodo para tratar estas cuestiones pues “el valor de la doctrina y de la disciplina vigente de la Iglesia se han formado a lo largo de los siglos y están sancionadas con intervenciones del magisterio supremo de la Iglesia”. Estoy totalmente de acuerdo con el Cardenal, estos asuntos no deberían tratarse porque están totalmente resueltos hasta en los catecismos de primera comunión; darles vueltas solamente da oportunidades a los enemigos de la verdad de hacernos perder el tiempo a todos y crear confusión.
     Con elemental lógica católica del Cardenal dice que si se accediera los efectos serían “de una gravedad inaudita: admitir a la comunión eucarística a una persona en estado de pecado mortal, con peligro de sacrilegio y de profanación de la Eucaristía, comprometiendo su salvación eterna; poner en discusión la moral sexual, fundada particularmente en el sexto mandamiento; y dar relevancia a la convivencia o a otros vínculos, debilitando el principio de la indisolubilidad del matrimonio”.
     Lógicamente al cardenal De Paolis no le convence ese extraño camino penitencial, propuesto por el cardenal Kasper, que no termina ni en arrepentimiento ni en propósito de la enmienda. “Deben arrepentirse, y hacer propósito de no volver a pecar y de evitar las ocasiones de pecado”.
     Y las ideas del cardenal De Paolis sobre el papel de la Iglesia en nuestro mundo no son menos claras que todas las anteriores “la Iglesia debe ponerse a la escucha del mundo y de los fieles, pero sabiendo que la respuesta que debe ofrecer no es suya, sino del mismo Dios; los remedios para el pueblo de Dios no son ni pueden ser los que invente la sabiduría humana, sino los que provienen de Dios”.
     Una de esas ideas o pretextos que se ha buscado para disolver matrimonios es el de la exigencia de fe, un querer hacer lo que hace la Iglesia, para contraer matrimonio los bautizados. Con semejante causa de nulidad se podrían declarar nulos muchos de los matrimonios contraídos por católicos, formalmente católicos, y todos los contraídos por protestantes. Contra esta pretensión anuladora de matrimonios se ha pronunciado Monseñor Giuseppe Sciacca, Secretario del Tribunal de la Signatura Apostólica y Prelado auditor de la Rota Romana, según puede verse en http://www.alfayomega.es/noticias_digital/2014/11/20141127_San_Damaso.php
     Monseñor Giuseppe Sciacca afirmó que “la falta de fe hace difícil, y a veces imposible, la comprensión de lo que significa el matrimonio. Cuando falta la fe, resulta difícil comprender qué es exactamente el ser humano, y cómo es una sana antropología sobre la sexualidad humana y el matrimonio”. Pero de todos modos lo que hace falta para casarse es más simple: “para que entre bautizados haya verdadero matrimonio y, en consecuencia, sacramento, son necesarias dos cosas: que haya una voluntad verdaderamente matrimonial, y el Bautismo válido de los dos contrayentes”. No hace falta un determinado grado de fe en los contrayentes, incluso los fieles que han perdido la fe (fieles que han perdido la fe parece una contradicción en los términos) pueden contraer matrimonio válidamente.
     La proliferación de estas declaraciones firmemente favorables a la Tradición por parte de eclesiásticos importantes me llena de confianza en que la próxima sesión del Sínodo en 2015 no se repitan los errores del pasado mes de octubre, que aunque los herejes y sus corifeos lo seguirán intentando serán frenados eficazmente y que, incluso, saldrán buenas ideas para mejorar la pastoral en torno al matrimonio, la familia y las múltiples situaciones irregulares que padecemos al respecto.

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