jueves, 30 de abril de 2015

¿Habrá seiscientos sacerdotes católicos en España?

     He leído con alegría que, en Estados Unidos, seiscientos sacerdotes católicos y tres obispos, no menos católicos, han firmado una carta pidiendo que la Iglesia mantenga su doctrina en el Sínodo. Siguen los pasos de más de cuatrocientos sacerdotes de Inglaterra y Gales que lanzaron un comunicado pidiendo lo mismo.
     ¿Qué pide esta gente? ¿Qué se proclame que todo el mundo es bueno y todo vale? ¿Qué la misericordia de Dios es para reírnos de Él? ¿Que lo que es sociológicamente normal es lo que tiene que aprobar y predicar la Iglesia? No.
     Piden que los padres sinodales confirmen la fe y destierren la confusión que reina en el ambiente; que anuncien con claridad y firmeza la enseñanza moral inmutable de la Iglesia; que la Iglesia se mantenga fiel a Cristo y a sí misma en todo lo relacionado con el matrimonio, la eucaristía y la confesión; y que la doctrina y la práctica pastoral permanezcan firme e inseparablemente en armonía.
     Mal están las cosas cuando los sacerdotes católicos tienen, poco menos, que salir en manifestación para pedir a las más altas instancias de la Iglesia que permanezcan en el catolicismo, pero así son los tiempos que nos han tocado vivir.
     En España los sacerdotes no dicen nada, al menos colectivamente. Entre los progres, ya viejos dinosaurios en su mayoría, pero tan dañinos como siempre, y los acomplejados y temerosos solamente quedan voces muy aisladas en defensa de la fe católica. Para estos casos siempre me queda el consuelo que Dios dio al profeta Elías, por un trance que guardaba similitudes con el actual, “Dejaré un resto de siete mil en Israel: todas las rodillas que no se doblaron ante Baal y todas las bocas que no lo besaron”.

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