miércoles, 27 de mayo de 2015

El Papa Francisco revela el origen de sus errores de comunicación

     En una reciente entrevista, una de la muchas, concedida por el Papa Francisco a un pequeño periódico argentino, puede hallarse la explicación de bastantes de las torpezas que comete en sus declaraciones públicas, sobre todo cuando habla con cierta espontaneidad. El actual Papa, en sus discursos preparados, da muy buena doctrina y tiene aciertos de expresión, pero en entrevistas y ruedas de prensa resulta lamentable; o dicho en el lenguaje postconciliar: no posee ese carisma.
     Tomemos de la entrevista en cuestión unas pocas palabras (habrá quien diga que sacadas de contexto, pero aseguro que el contexto no mejora las cosas):
     “Soy más bien temerario, me mando sin medir consecuencias. Eso a veces me da dolores de cabeza porque por ahí se me va una palabra de más.”
     “Y después están los problemas que te arman, con que dije o no dije… Los medios de comunicación también toman una palabra y por ahí la descontextualizan.”
     “Diario leo solamente uno, La Repubblica, que es un diario para sectores medios. Lo hago a la mañana y no me lleva más de 10 minutos ojearlo. Televisión no veo desde el año 1990. Es una promesa que le hice a la Virgen del Carmen en la noche del 15 de julio de 1990.”
     “- ¿Navega por Internet? - Nada.”
     ¡Menos mal que reconoce que se le va una palabra de más! Pero sigue hablando y hablando; y si a él sus deslices verbales le producen dolores de cabeza ¿qué cree que les causan a muchos católicos? También a los papas es de aplicación el dicho “El que mucho habla, mucho yerra”. En alguna traducción del Libro de los Proverbios a este versículo, 10,19, le atribuyen un sentido más duro: “Quien mucho habla no escapa al pecado, quien refrena los labios se llama sensato.”
     Creo que Su Santidad incurre en el mismo error de muchos políticos que, cuando dicen tonterías y auténticos disparates, echan la culpa a los medios de comunicación: que si los han interpretado mal, que si los sacan de contexto, que si la búsqueda de titulares sensacionalistas…
     El Papa tiene toda la razón cuando se queja de algunas interpretaciones que se dan de lo que dice. En la misma entrevista se queja de que por haber reconocido ante unos ancianos que él también tiene achaques y está un poco enfermo, como todos a su edad, hubo quienes titularon como si hubiese reconocido estar enfermo de una manera más grave y específica. Pero el Papa dice cosas que ni contextualizadas ni descontextualizadas debieran salir de sus labios.
     En un viaje que le llevó hasta Filipinas dijo algo sobre que para ser buenos católicos no es necesario tener hijos como conejos. Y lo peor es que empleó la palabra “conejos”. Santidad: 1º Los matrimonios abiertos a la vida no tienen hijos como conejos, sino conforme a la voluntad de Dios para la unión que Él mismo instituyó entre hombre y mujer. 2º El uso de la palabra “conejos” es enormemente ofensivo para tales matrimonios por ser, precisamente, una de las palabras que más usan los enemigos de la vida para estigmatizar a tales personas. 3º Nadie alteró ni descontextualizó esa declaración; el error es enteramente suyo y todavía hay católicos abiertos a la vida que siguen molestos con Su Santidad por semejante insulto.
     Otro caso lamentable fue el de aquella pregunta retórica: ¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual? que desató en los medios de comunicación toda clase de especulaciones sobre si el Papa iba a cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad. Lo que el Papa dijo es cierto; nadie puede juzgar la relación de un ser humano y Dios, ni de un homosexual, ni de un heterosexual, ni de un asesino de ancianas… “De internis, neque Ecclesia iudicat.” Pero ¿en que mundo vive el Papa? ¿Cuántos periodista, cree, tienen la suficiente formación en doctrina católica para interpretar esa afirmación en sentido estrictamente católico? ¿Cree que los periodistas con esa formación tienen también el derroche de buena intención y valentía que se necesita para interpretarle en contra de la corriente dominante, en contra de sus jefes de redacción y directores?
     No basta con decir cosas que sean literalmente ciertas, hay que decirlas bien, completas; y mucho mejor si decimos lo que no pueda ser deformado al gusto de la audiencia, al gusto del mundo enemigo de Dios. El Papa debe reconocer que fue un desacierto total de comunicación lo que dijo, que solamente podía producir los efectos negativos que produjo y su responsabilidad personal, bastante mayor que la de muchos de los periodistas que interpretaron sus palabras de la única manera que sabían.
     Este tipo de fallos son explicables en una persona que no sigue los medios de comunicación desde hace muchos años. A la pregunta de si navega por internet responde que nada, es decir, que no mira ni una web. Además lleva 25 años sin ver la televisión (por motivos piadosos y loables) y solamente dedica diez minutos a ojear un periódico, y siempre el mismo. No sé si será aplicable al Papa la frase “hominem unius libri timeo” en el sentido negativo que se le suele dar, pero ver todo el panorama mediático del mundo a través de un único periódico me parece un fallo.
     Grandes santos se han aislado del mundo para dedicarse a recitar salmos y hacer penitencia. No sólo labraron una santidad que les ha dado el puesto que ahora tienen en el Cielo, sino que ayudaron en su vida espiritual a otros muchos y son una de las riquezas de la Iglesia. Pero un papa y del siglo XXI...
     Una persona dedicada a un gobierno de alcance universal, con repercusión mundial de lo que dice y hace (y no para de hablar públicamente) dedicando diez minutos diarios a los medios de comunicación me parece negligente. Y no importa que los medios de comunicación no sean la realidad, sino una representación bastante sesgada de la misma. Esa representación es la realidad mediática que influye enormemente en la generalidad de los seres humanos, incluidos la generalidad de los católicos; es la que hace y deshace con el Papa, sus dichos y acciones. El Papa necesita conocer el juego para actuar en consecuencia, sortear los peligros (que, evidentemente, ahora no sortea) y aprovechar las oportunidades. Debería comprobar por sí mismo que, desde que dejó de ver la televisión, el panorama televisivo, y todo el panorama mediático, ha empeorado enormemente en cuanto se refiere a ley natural o catolicismo; y no puede saberlo, quizás se lo cuenten pero ni así podrá hacerse una idea cabal, por llevar 25 años aislado de la televisión.
     Adicionalmente, que el Papa jamás vea prensa en internet, blogs, vídeos en la red, enciclopedias en línea… que no sepa cómo ni con qué se informa y se entretiene una parte importante de la humanidad, que en pocos años será muy mayoritaria, parece un cerrarse a la realidad poco adecuado para quien desempeña tal responsabilidad.
     Estrictamente hablando, no es indispensable que un papa esté al tanto de los medios de comunicación ni que eche tiempo en internet. Un Papa puede enterarse de los problemas de la Iglesia por cauces internos; cosas como desviaciones doctrinales, relajamientos disciplinares u orientaciones cismáticas de algunos episcopados puede combatirlas por cauces internos y mediante declaraciones públicas solemnes, muy bien pensadas y redactadas.
     Si en una reunión sinodal, por ejemplo, un papa leyese un discurso diciendo algo del estilo de: “Tengo el deber, hermanos, de confirmaros en la fe y preveniros contra las mentiras del Demonio. Por ello os digo: entre bautizados el matrimonio contraído válidamente y consumado es indisoluble; la unión de alguien así casado con otra persona que no sea su cónyuge es adulterio; el adulterio es pecado mortal; las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo también son pecado mortal; y en pecado mortal no se puede ni confesar, si no hay arrepentimiento y propósito de enmienda, ni comulgar sin confesar previamente.” Si un papa dijese eso los medios de comunicación enemigos de Dios, gran mayoría, bramarían contra él; le pondrían de retrogrado, oscurantista, medieval, inquisitorial y alguna cosa más, pero no habría ni una descontextualización ni una mala interpretación. El papa que así hablase obtendría la más exacta transmisión de sus ideas a través de los medios de comunicación aunque ignorase todo de ellos. Sería algo parecido al caso de San Juan Bautista que, a pesar de que el pobre hombre ni sabía que en el futuro iban a existir medios de comunicación de masas, se le entiende todo lo que dijo sobre el adulterio y no hay quien pueda tergiversarlo. Pero también hay que comprender que no todos tienen carácter para asumir un destino como el que tuvo “el mayor nacido de mujer”.
     Ser papa prudente es relativamente fácil. Lo que resulta más difícil es ser papa, pretender seguir ejerciendo de argentino espontáneo y simpático, ignorar casi todo sobre los medios de comunicación y pretender que publiquen las cosas como a ti te gusten. Todo a la vez no se puede.

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