ENSALADILLA RUSA CON SOPORTE ESTRUCTURAL DE GAMBAS
CONSIDERACIONES GENERALES
En esencia se trata de una ensaladilla rusa en que el soporte
estructural, la parte relativamente sólida que impide que la
ensaladilla sea una especie de pasta que tiende a extenderse por el
fondo del plato, son las colas de gamba en vez de los dados de patata
cocida, como es más habitual.
Los ingredientes han de ser caros, lo bueno es caro, y la mala
calidad de algunos ingredientes puede arruinar el plato. Si desea
llenar los estómagos de su familia por poco dinero deles tortilla de
patata.
Es importante evitar que los ingredientes vayan acompañados de agua
o sufran alguna degradación que la libere. Las ensaladillas rusas en
cuyo fondo se llega a formarse una especie de agua sucia tienen mal
sabor. Si le ocurre esa desgracia lo mejor es que recicle la ensalada
como alimento para cerdos; alternativamente puede usarla para
descubrir mentirosos: todos los que le digan que sabe muy bien.
Terminada la cocción de los alimentos que la requieren, deben
procesarse con cierta rapidez sin darles tiempo a que se degraden por
deshidratación, contacto con el oxígeno u otra causa. Tampoco se
esperará a que enfríen, se mezclarán y la mezcla se enfriará con
la gamba congelada como se indica en el procedimiento. Conviene que
los demás alimentos se mantengan en frigorífico hasta su uso,
aunque por ser conservas no lo necesiten y la mayonesa se vuelva poco
fluida al enfriarla. Cualquier incomodidad queda compensada por el
perfecto mantenimiento de las propiedades organolépticas de la
ensalada y cada uno de sus ingredientes, la desaparición del menor
riesgo de contaminación microbiológica y el que la ensalada tendrá
una temperatura adecuada para servirse desde el mismo momento en que
se acabe de mezclar.
En esta receta no se añade sal ni ninguna otra sustancia para
alterar el sabor de los ingredientes. La sal que aportan algunos de
los preparados industriales que se usan es suficiente y si desea
comer alimentos con el sabor enmascarado vaya a un bar de mala
muerte.
Esta ensaladilla engorda ¡a mucha honra! Nuestro organismo encuentra
agradables los alimentos con grasas e hidratos de carbono como esta
ensalada. Si no quiere engordar coma lechuga.
CONSIDERACIONES RELIGIOSAS
Dado el carácter elaborado y costoso de este plato, su consumo
habitual puede ser incompatible con una cierta sencillez y austeridad
de vida. Pero su utilización puede ser, incluso, aconsejable en la
celebración de algunas fiestas religiosas: mientras nos alegramos al
celebrar los principales acontecimientos de la vida del Señor o las
maravillas que Dios ha hecho en la Virgen y los santos, puede ser
adecuado un acompañamiento gastronómico acorde con lo gozoso del
acontecimiento celebrado.
Este plato cumple con los requisitos disciplinarios de la Iglesia
latina, porción de la Iglesia a la que pertenecemos la práctica
totalidad de los católicos de habla española, para los días de
abstinencia y para la única comida del Miércoles de Ceniza y el
Viernes Santo. Pero si queremos que el carácter penitencial de esos
días sea algo más que un formalismo es imperioso consumir otros
alimentos más sencillos y baratos.
INGREDIENTES
Un tercio de la masa de la ensalada resultante ha de ser patata
cocida, cualquier patata que cocida tenga un sabor y un aspecto
agradable. Cualquier punto o zona ennegrecida debe eliminarse.
Una quinta parte de la masa será gamba cocida, pelada y congelada.
En realidad se tratará solamente de colas de gamba de unos dos
gramas de masa cada una; el tamaño demasiado pequeño es
perjudicial, en la boca debe apreciarse cada gamba individual en el
seno de la ensalada. Este puede ser el ingrediente más caro y su
baja calidad arruina el plato.
Una sexta parte ha de ser mayonesa. Sirven las mejores mayonesas
industriales. Si se opta por una preparación propia hay que tomar
especiales precauciones en el aspecto sanitario.
Un quinceavo de salmón ahumado en filetes finos. Es otro de los
ingredientes caros pero su presencia repercute muy favorablemente en
el resultado.
El resto, alrededor de un cuarto de la masa final, se completa con
diversos ingredientes en proporciones según gusto y experiencia de
cada intérprete de esta receta:
Zanahoria cocida. Tierna, sin núcleo leñoso y eliminado cualquier
punto duro de la superficie. Su color rojo y su dulzura favorecen el
resultado.
Huevo cocido. Es un ingrediente muy tradicional en este tipo de
ensaladas aunque su sabor no sea especialmente interesante.
Guisantes cocidos. Lo más sencillo es usar una buena conserva.
Aportan un contraste de sabor y un color adicional.
Palitos de pescado. Las mejores calidades tienen un excelente sabor
que se integra muy bien en el conjunto.
Aceitunas en conserva rellenas. También son un ingrediente muy
tradicional y proporcionan un contraste de sabor. La presencia de
cualquier aceituna con hueso sería contraria a la idea de un plato
que puede comerse sin prevención alguna respecto a lo que se muerde.
Bonito en conserva. Las mejores clases, en aceite de oliva virgen
extra, aportan un componente que potencia el sabor de la ensalada.
Filetes de anchoa en conserva, siquiera para adorno de la superficie.
Su fuerte sabor añade un contraste interesante.
OPERACIONES DE PREPARACIÓN
Para la mezcla de los ingredientes se utilizará un recipiente de
mayor volumen que la ensalada a preparar, preferiblemente de forma
próxima a una semiesfera para facilitar los momentos en que hay que
revolver la preparación.
En primer lugar hay que cocer las patatas, zanahorias y huevos. Los
huevos, obviamente, con su cáscara, pero patatas y zanahorias
peladas y eliminando cualquier ojo, raicilla u otra cosa dura o que
suponga defecto de sabor o estética. Estos tres ingredientes pueden
cocerse juntos o separados, pero sus grados de cocción serán
diferentes y de ponerlos juntos seguramente será necesario sacar
primero los huevos, en cuanto estén duros, mientras que las
zanahorias han de quedar blandas y las patatas también, hasta el
punto en que puedan aplastarse fácilmente con un tenedor.
Una vez cocidos estos alimentos, sin darles tiempo a enfriarse ni a
degradarse, se pondrá la patata en el recipiente de mezcla y se
aplastará con un tenedor para que quede en forma próxima a una
pasta –su contribución a la ensalada será en sabor y textura,
pero no visual ni estructural como si se cortase en dados–;
seguidamente se añadirá la zanahoria cortada en dados y el huevo
cortado en porciones pequeñas o muy pequeñas, a voluntad. No es
conveniente mezclar estos tres alimentos con un cucharón o similar,
solamente serviría para aplastar innecesariamente los dados de
zanahoria. Los movimientos de mezcla se harán más adelante, cuando
sean imprescindibles.
El siguiente paso es la adición de las gambas congeladas y resulta
muy importante para el buen resultado. Las gambas se mantendrán en
el congelador hasta el momento de su uso. Si tienen hielo entre ellas
ese hielo se fundirá poniéndolas bajo el grifo del agua fría, pero
solamente lo necesario para que se funda el hielo, nunca para que se
descongelen las colas de gambas. Además, tras la eliminación del
hielo debe eliminarse el agua, bien secándolas con un paño limpio
o, como mínimo, poniéndolas en un colador e imprimiendo una
agitación moderada para que se caigan las gotas de agua.
Las gambas se añadirán a la mezcla de los alimentos ya cocidos y
todavía calientes y se revolverá para conseguir que las gambas
enfríen los otros ingredientes y, a su vez, los ingredientes
calientes descongelen a las gambas. La cantidad de gamba añadida ha
de ser, siempre y como mínimo, suficiente para que la mezcla de los
tres alimentos cocidos y las gambas quede por debajo de la
temperatura ambiente.
Después se añaden los demás ingredientes, preferiblemente
procedentes del frigorífico, sin que el orden tenga mayor
importancia, salvo por lo referente a los adornos.
Los palitos de pescado han de descongelarse, si es que se adquirieron
congelados, y debe dárseles un corte longitudinal, previo a los
transversales que los dividen en pequeñas porciones, para evitar
que, como están formados por capas enrolladas, acaben formando
largas tiras desenrolladas que son desagradables al llevarse el
alimento a la boca.
Las láminas de salmón ahumado deben cortarse en cuadrados de poco
más de un centímetro de lado. La presencia del salmón también
debe individualizarse en la boca.
Las aceitunas rellenas no deben ponerse enteras, sino al menos
partidas en dos mediante un corte ecuatorial.
El bonito en conserva debe partirse en trozos pequeños pero de un
tamaño suficiente para que se perciba su individualidad en la boca.
Los guisantes cocidos separados cuidadosamente del líquido que les
acompaña, si es preciso traspasándolos a un colador y agitando algo
el mismo para facilitar la caída del líquido.
La mayonesa, convenientemente refrigerada, se puede añadir sin
ninguna consideración especial, reservando una porción muy pequeña
para el buen aspecto final.
Una vez que todos estos ingredientes se hallan en el recipiente de
mezcla es necesario revolver hasta que los ingredientes, y en
particular la mayonesa, se distribuyan de manera homogénea. Se
revolverá solamente lo que sea necesario y evitando, en lo posible,
aplastar y convertir en una especie de puré ingredientes como los
dados de zanahoria o los guisantes que son visibles y aportan al
aspecto visual de la ensalada.
Finalmente la ensaladilla se pasará a los recipientes que se vayan a
usar para servir en la mesa, alisando la superficie de la
ensaladilla, en los mismos, mediante una lengua de gato o la parte
convexa de un cucharón y añadiendo pequeñas porciones de mayonesa
para mejor extenderlas sobre la superficie y sellar las oquedades.
Esto tiene la ventaja adicional de reducir la superficie de contacto
con el aire, en la que más fácilmente se produce degradación.
Sobre la superficie alisada pueden ponerse filetes de anchoa en
conserva, aceitunas partidas al medio y algunos otros ingredientes de
la propia ensaladilla. No es aconsejable utilizar pimiento, muy
frecuentemente utilizado para decorar la superficie, pues no se
corresponde con la concepción general de los sabores incluidos en
esta ensaladilla.
La conservación en refrigerador es del todo necesaria; la
conservación a temperatura ambiente es una imprudencia y, además,
el plato sabe mejor frío.
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