viernes, 20 de enero de 2017

Otra pifia de los jesuitas

     En Estados Unidos analizan cuantitativamente el comportamiento de sus políticos, hay quienes se dedican a contabilizar el número de veces que votan a favor o en contra de cosas como el respeto a la vida, el aumento de impuestos o la explotación de recursos petrolíferos.
     En España, aparte de que seamos más aficionados a las opiniones subjetivas que a la solidez de los números, sería inútil hacer estos estudios ya que los diputados y senadores votan en manada y, en la mayoría de los casos, son desconocidos por los electores. En este momento yo mismo conozco solamente el nombre de un diputado elegido en Asturias y el de un senador, del que ni siquiera sé si es de elección popular o nombrado por el parlamento autonómico. Pero es que, si conociese los nombre de tales personajes me resultaría casi totalmente inútil para decidir el voto en futuras elecciones.
     La Asociación de Colegios y Universidades Jesuitas de Estados Unidos emitió una nota de prensa, el pasado 4 de enero, diciendo que entre los 535 miembros del 115° Congreso de Estados Unidos hay 56 de sus ex alumnos. Estaban orgullosos de ello, pero a los cinco días una ONG denominada “The Cardinal Newman Society” les bajó los humos, al menos en sentido católico: de los 12 senadores que pasaron por la educación de los jesuitas solo dos votaban habitualmente a favor de la vida y de los 44 representantes solamente 12 votaban próvida. Este es el éxito de los jesuitas: solamente la cuarta parte de sus antiguos alumnos están a favor de la vida y contra el aborto. Hay encuestas que afirman que en la población estadounidense hay ligera mayoría de contrarios al aborto, entre los alumnos de los jesuitas abrumadora mayoría de abortistas ¡Vaya éxito!
     El motivo de orgullo, según el sacerdote jesuita Michael J. Sheeran, presidente de la mencionada Asociación se puede formular así: «Un sello distintivo de la educación jesuita es el servicio a los demás, y estamos orgullosos de ver ese compromiso representado por los exalumnos de las instituciones jesuitas que sirven en la Cámara y el Senado». ¿Servicio a los demás el votar a favor del aborto? ¿orgulloso del compromiso de los exalumnos congresistas con el aborto? En fin, que la desaparición de los jesuitas o, al menos, de muchos de ellos no sería una pérdida para la Iglesia.

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