domingo, 29 de enero de 2017

Aprovechamiento religioso de un viaje

     Pocos de mis viajes tienen finalidad religiosa, son peregrinaciones, pero en muchos saco algún provecho al respecto pues tengo la oportunidad de asistir a buenas celebraciones, visitar templos antiguos, cuya arquitectura y decoración trasluce fe, y entrever el estado de la Iglesia en diversos lugares.
     Hay otro factor importante: cuando viajo el lugar donde me encuentro más a gusto, más como en casa, son precisamente los templos católicos y las celebraciones que en ellos se llevan a cabo. Me encuentro mejor, más en mi sitio, en una iglesia que en un hotel, pese a que el hotel lo pago y por ello es mi casa durante el tiempo en que me alojo.
     Los hitos religiosos de un reciente viaje pueden ser los siguientes:
SANTAS MARTAS
     Paré en el pueblo leonés de Santas Martas, por un impreciso recuerdo de un pozo artesiano del que no encontré huella, y aproveché para hacer fotografías del exterior del templo parroquial. En el pórtico había una pila de agua bendita y un letrero que invitaba a tomarla y entrar a rezar en silencio. Seguí las instrucciones, pero al entrar me encontré con el final de una misa, incluso recibí la bendición, que eso siempre es para bien.
Templo parroquial de Santas Martas
     El sacerdote oficiaba “ad orientem” revestido con casulla tradicional de corte romano, amito, manípulo… no faltaba detalle. Además utilizaba cubrecáliz y en el altar había sacras. Felizmente el altar tradicional no había sido destruido, como en tantos otros sitios, so pretexto de renovación litúrgica postconciliar.
     Terminada la misa hice alguna fotografía del interior y, seguramente, una de las piadosas mujeres que por allí había advirtió al sacerdote de la presencia de un desconocido. Salió el sacerdote de la sacristía, vestido con sotana ¡cómo Dios manda! a preguntarme muy amablemente si quería algo o deseaba que se mantuviese la iluminación encendida para las fotografías. Le di las gracias y aproveché para preguntarle si celebraba habitualmente “ad orientem”. Me dijo que allí siempre se celebra de esa manera y yo le manifesté mi complacencia.
     Después de reanudar el viaje me di cuenta de que había perdido la ocasión de preguntar a ese sacerdote su opinión sobre la forma correcta de aplicar la exhortación Amoris Laetitia.
PARROQUIA DE LA SANTA CRUZ DE MADRID
     Una vez más tuve ocasión de asistir a la misa que, de la Forma Extraordinaria del Rito Romano, se celebra diariamente en la parroquia de la Santa Cruz de Madrid. La celebró el P. Olazabal, muy bien y hasta mejor que otras veces pues pronunciaba con algo más calma y resultaba más fácil entender lo que decía en latín, bien los acólitos y bien los asistentes, pocos pero muy devotos y sabiendo seguir la misa.
     Si hubiese sido sincero aquello que decían muchos curas postconciliares de que vale más calidad que cantidad de miembros en la Iglesia –ellos hicieron todo lo posible por ir a menos y peor- ahora tendrían que estar encantados con los fieles de esa misa y los pocos progresaurios que siguen con vida estarían celebrando la misa de la Forma Extraordinaria. Por si fuera poco motivo el anterior, la proporción de jóvenes entre los asistentes a la forma extraordinaria es mayor que entre los asistentes a la ordinaria.
     Sigue habiendo algo raro en esa parroquia con la misa de la Forma Extraordinaria, pese a celebrarse a diario no aparece en la web parroquial pero si aparece en la web misas.org; en algunas épocas aparece en el cartel anunciador de la puerta del templo y otras temporadas no.
ARÉVALO
     Me detuve en esa población abulense cuando, casualmente, faltaban unos minutos para un funeral de cuerpo presente en su parroquia de Santo Domingo de Silos y aproveché para asistir a la misa. Al parecer el difunto había alcanzado los cien años y ese, o poco mayor, fue el número de los asistentes, principalmente jubilados.
     Fue uno de los funerales más católicos a los que he asistido últimamente: el celebrante jamás afirmó que el difunto hubiese resucitado, ni siquiera dio por seguro que estuviese en el cielo; tampoco se trataba de recordar al difunto ni de homenajearle. En la homilía se mencionó, aunque sin añadir explicación alguna, una vez el término “juicio” y dos “perdición”; si el sacerdote llega a incluir la palabra “purificación” habría sido el no va más. Quedó muy claro que estábamos rezando para que Dios admitiese al difunto en el cielo, señal de que podía no estar.
Fila de pésame y altar descentrado en
Santo Domingo de Silos de Arévalo
     El nivel de los asistentes estaba por encima de lo que veo en muchos funerales de Asturias en cuanto a contestaciones y cantos, pero con el feo detalle de que fueron poquísimos los que se arrodillaron para la Consagración. Tampoco me gustó que al terminar subiese al ambón una descendiente del difunto para decir, llorosa, unas palabras de agradecimiento; fueron pocas seguidas de un pequeño aplauso, lo que tampoco estuvo bien.
     Al final la mayoría de los asistentes formaron cola, en el lado de la Epístola, para ir pasando por delante de los primeros bancos y dar el pésame a los familiares allí situados. Lo de formar cola para ir pasando nunca le he visto en Asturias, sí en Palma de Mallorca, donde la cola se formó en el lado del Evangelio y la efusión de los pésames era mucho mayor. Los pésames de Arévalo debía ser expresión de la célebre sobriedad castellana.
     Esta parroquia de Santo Domingo de Silos ha entrado la manía del descentre, el altar no está en el centro y no vi motivo alguno. ¿Será que en ese templo se hace algo que compita en importancia con la celebración del Sacrificio de Cristo a la hora de asignar el lugar más prominente? Conviene aclarar que el descentre de Arévalo es venial comparado con el del altar de la parroquia de San Antonio de Padua de Gijón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son leídos antes de publicarlos.