martes, 29 de agosto de 2017

¡Por lo menos se ha hecho algo!

Santa María de África.
Fotografiada antes de su
incorporación al panteón
hinduista con la ayuda
de católicos desnortados.
     Bastante menos de lo que se debiera, pero algo. En el caso de la profanación y culto idolátrico celebrado en la catedral de Ceuta temí que llegase a quedar todo como estaba: no hagamos ruido, seamos acogedores y multiculturales, lo hizo con buena voluntad... No es que la dimisión del vicario culpable y la nota del Obispado de Cádiz y Ceuta sea como para entusiasmar, pero con lo mal que están las cosas en la Iglesia ya es algo y se hizo con bastante rapidez.
     Lo correcto sería sancionar canónicamente al profanador idólatra, no meramente aceptar su dimisión, y realizar un acto de desagravio o, incluso, una reconciliación del templo profanado. Cuando fue asaltado e incendiado el templo del Sagrado Corazón de Jesús de Gijón el obispo de entonces hizo un acto de reconciliación formal del templo antes de reabrirlo al culto; y eso que solamente había sido un asalto y un incendio, en su interior no se había introducido y dado culto a ningún ídolo.
     El comunicado del Obispado de Cádiz y Ceuta tiene otro aspecto profundamente insatisfactorio para mí. En su punto segundo dice: «El Sr. Obispo desea expresar su profundo dolor por este hecho lamentable que ha podido causar daño, confusión o escándalo en la comunidad cristiana y, como representante de la Iglesia en Cádiz y Ceuta, pide perdón a todos los que por esta actuación han sido heridos, escandalizados o confundidos en su fe.» Al Obispo le parece que el problema está en los que han sido heridos, escandalizados o confundidos ¿y Dios? En ninguna parte se menciona la ofensa a Dios, el que de verdad ha sido ultrajado. El pecado es contra Dios; el daño que se nos hace a otros seres humanos está mal, muy mal, pero ante todo es contra Dios, y mucho más todavía en materia del Primer Mandamiento. Temo que el Obispo tenga un pensamiento demasiado horizontalista.
     ¿Qué futuro tiene el exvicario? Es evidente que ese sacerdote no conoce el Primer Mandamiento, ni siquiera en sus aspectos más elementales como el que Dios es único y no se puede dar culto a ningún otro. Y doy por bueno que todo sea ignorancia, torpeza y malos entendidos, pero si yo veo meter en un templo católico una divinidad pagana o expulso a los idólatras y sus imágenes o me largo yo, pero no me quedo a pronunciar unas palabras de saludo y acogida. El Obispado lo disculpa con un «su intención era tan solo la de acoger la muestra de respeto que la comunidad hindú quería hacer a la comunidad cristiana y a la Patrona de Ceuta, efectuando una ofrenda floral en el exterior del templo». Vamos a ver. Que los hinduistas hagan una ofrenda floral a la Virgen de África, patrona de Ceuta, significa que incorporan a al Virgen a su panteón de miles de dioses o manifestaciones divinas –que ellos se entiendan-, y si esa ofrenda la hacen en el curso de una procesión con Ganesh, pues más incorporación todavía. ¿Cómo puede un católico permitir, favorecer, acoger de algún modo, que la Santísima Madre de Dios, siempre virgen María, sea asimilada a un ídolo, sea confundida con una diosa hindú o algo parecido? Cualquier culto, ofrenda o similar a la Virgen debe partir del reconocimiento de que es una criatura y de que Dios –el único- le ha concedido gracias y un papel eminentes en la historia de la salvación, lo demás es favorecer sincretismos e idolatrías.
     Propongo, humilde y caritativamente, ¡por supuesto! que si el exvicario de Ceuta no quiere meterse a cartujo se vaya a ganar la vida de fontanero, camarero (ahora que el turismo va tan bien) o profesor de bailes hindúes; pero como responsable de una parroquia o similar... yo no lo veo.
     Otro flanco que no cubre la nota del Obispado, carencia significativa, es el del coro rociero que dedicó cantos a Ganesh. Una severa amonestación a esos presuntos católicos estaría muy puesta en razón. El ya exvicario es el que tiene más culpa, pero todo católico debe saber que no puede dar, ni aparentar dar, culto a un ídolo.

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