viernes, 22 de agosto de 2014

Proselitismo sí o no

San Francisco de Asís
predicando al Sultán. No
logró convertirlo pero
eso no fue malo para
San Francisco sino
para el Sultán.
     De un tiempo a esta parte parece verse con muy malos ojos el proselitismo. Habría que exponer sin intentar convencer, predicar sin propósito de adquirir nuevos discípulos, respetar la libertad de los demás hasta el punto de quedar uno mismo sin libertad para invitar a otros a compartir el bien que se disfruta, la verdad que se conoce, la felicidad que se goza.
     Durante su reciente viaje a Corea del Sur el Santo Padre habló a los obispos de Asia, el 17 de agosto en el Santuario de los Mártires de Haemi, dando a la prensa una de las frases que más han destacado de todo el viaje apostólico, una cita a Benedicto XVI del siguiente tenor: “La Iglesia no crece mediante el proselitismo sino por atracción.”
     Parece haber horror al proselitismo, se acusa a unos y a otros de proselitistas, la Iglesia no debe hacer proselitismo. En algunos países el proselitismo se usa como pretexto para la persecución diciendo que hay libertad para profesar la religión que se quiera pero no para hacer proselitismo. Sin embargo el significado de proselitismo es positivo: celo de ganar prosélitos; el celo es bueno: cuidado, diligencia, esmero que alguien pone al hacer algo; y ser prosélito no tiene nada de malo: persona incorporada a una religión.
     Si creemos, no ya en Nuestro Señor y su mandato de predicar a todo el mundo, sino en la simple libertad religiosa ni hay nada que objetar en que alguien abrace una religión (la católica, por ejemplo), ni hay nada en contra de exponer a alguien las bondades de una religión (la católica, por ejemplo) e invitarle a incorporarse a la correspondiente organización (la Iglesia católica, por ejemplo) ni, por supuesto, hay mal alguno en que las personas que hacen algo lo hagan con celo, que lo hagan bien.
     En el discurso el Papa Francisco habló de empatía y cultura del encuentro: “Y así, con mi identidad y con mi empatía, apertura, camino con el otro. No busco que se pase a mi bando, no hago proselitismo. El Papa Benedicto nos dijo claramente: «La Iglesia no crece mediante el proselitismo sino por atracción».” Ignoro si Benedicto XVI habló en más ocasiones del tema, pero el 13 de mayo de 2007, en el Santuario de Aparecida, en la inauguración de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, dijo: “La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por "atracción": como Cristo "atrae a todos a sí" con la fuerza de su amor, que culminó en el sacrificio de la cruz, así la Iglesia cumple su misión en la medida en que, asociada a Cristo, realiza su obra conformándose en espíritu y concretamente con la caridad de su Señor.” http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2007/documents/hf_ben-xvi_hom_20070513_conference-brazil_sp.html
     Seguro que hay proselitismos malos, todo se puede pervertir. El crecimiento de la Iglesia, la acción misionera, debe partir de la unión con Dios, la oración, la coherencia entre lo que se cree y lo que se hace, la existencia de comunidades cristianas llenas de vida, de caridad... Todo lo que se quiera. Pero en algún momento, en muchos momentos, hay que predicar, exponer el mensaje de Cristo, invitar explícitamente a adherirse a él. Hay que hacer proselitismo, del bueno, claro.
     En el mismo viaje a Corea del Sur el Papa Francisco beatificó a 124 mártires y me temo que muchos hicieron proselitismo y eso debió contribuir a su muerte. Los primeros coreanos que entraron en contacto con el catolicismo, que conocieron los elementos básicos de la fe, rápidamente se dedicaron a hablar a otros del tema, empezaron a formar comunidades. Si aquellos coreanos de los siglos XVIII y XIX se hubiesen quedado callados, limitándose a que actuasen la empatía y la atracción, seguramente no habría pasado nada y no tendríamos beatificaciones a comienzos del siglo XXI.
     ¿Y que hacemos con el mandato de Cristo, con algunas de las últimas frases que el Señor dirigió a sus discípulos antes de ascender al Cielo? “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.” Mt 28,19-20. “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.” Mc 16,15. “Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzado por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.” Lc 24,46-48. Tres de los cuatro evangelistas coinciden en dar importancia a las instrucciones acerca de hacer discípulos, comunicar una buena nueva a todo el mundo, difundir unas enseñanzas que se han recibido y unos hechos que se han presenciado. Esto huele a proselitismo.
     Los Hechos de los Apóstoles están llenos de proselitismo. ¿Se equivocaron San Pedro y San Pablo predicando a Cristo cada vez que se les presentaba la ocasión? ¿Se equivocó San Lucas poniendo por escrito tan malos ejemplos? En este libro aparecen ejemplos que atraen: el de los apóstoles, la vida de las primeras comunidades y hasta los signos realizados por los apóstoles. Seguro que hubo mucha empatía y atracción en el crecimiento de la Iglesia de aquellos primeros tiempos, pero también hubo mucha predicación de puro proselitismo; había que llevar a cabo una primera proclamación de Cristo para que los atraídos por la misma formasen comunidades que luego podían generar su empatía y atractivo.
     En Pentecostés, nada más recibir el Espíritu Santo, San Pedro salió a predicar en un tono que hoy calificaríamos como de telepredicador tremendista, tanto que los oyentes preguntaron lo que tenían que hacer y recibieron por respuesta: “Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús...” Hch 2,38. Proselitismo clarísimo que supuso unos tres mil bautismos. En diversas ciudades a las que llegó San Pablo se puso a predicar sin más, aunque solía empezar por los judíos. Yo no calificaría de malo el resultado de estas actividades tendentes a difundir de forma totalmente explícita, directa, sin rodeos y rápida a Jesucristo y sus enseñanzas, a conseguir seguidores.
     Se espera y desea que los padres católicos eduquen a sus hijos en la fe, que les enseñen a guardar las enseñanzas de Cristo y encontrar el camino del Cielo, que les den el ejemplo de su vida pero que también les hablen explícitamente de Jesús, les enseñen a orar, los integren en la Iglesia, etc. En estos años uno de los grandes desastres de la Iglesia que peregrina en España es, precisamente, que muchísimos padres han dejado de transmitir la fe a sus hijos. ¿Esto es o no es proselitismo? Es un deber sagrado de los padres hacia sus hijos pero que encaja perfectamente en la definición de proselitismo. Mis padres lo hicieron conmigo, su celo fue mucho, hubo palabras y buenos ejemplos, enseñanza de oraciones, catecismo y normas morales. No veo nada negativo en su proselitismo hacia mí, bendigo la formación religiosa que me dieron y confío en que ese haya sido uno de sus méritos para alcanzar lo que los hombres no podemos merecer.

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