domingo, 8 de junio de 2014

Empezar un reinado sin una oración

"Una corona es tan solo un sombrero que
deja pasar la lluvia." Federico II de Prusia.
     En estos días se ha sabido que el cambio de Rey de España, fecha más probable el próximo día 19, incluirá la ceremonia de juramento constitucionalmente prevista y alguna otra ceremonia no exigida por norma alguna como honores militares (sí, los reyes pueden ir y venir por la vida sin honores militares y así lo hacen en la mayor parte de sus actos). Lo que no habrá es alguna ceremonia religiosa como una misa.
     Desde un punto de vista católico una gran ocasión en la vida, sea el casarse o el inicio de un reinado, bien merece unas oraciones y hasta una misa. Si siempre y en todo necesitamos implorar la ayuda de Dios, en ocasiones así mucho más. ¿Qué motivos puede haber para no hacer algo de necesidad tan obvia? Se me ocurren al menos tres: persecución, no ser católico, cálculo político.
     En España hay bastante inquina contra el catolicismo y la Iglesia, pero no es como para impedir que si un rey quiere vaya a misa el día en que inicia su reinado e incluso invite públicamente a los altos cargos del Estado que quieran acompañarle.
     Si uno no es católico o está en trance de abandonar la fe es perfectamente explicable que no quiera ceremonia alguna de esa religión, lo anómalo sería lo contrario. No sé si nos hallamos ante un caso más de apostasía silenciosa, el hombre no ha dado muestras públicas de la misma.
     Podría tratarse de un cálculo político, tratar de congraciarse con los enemigos de la Iglesia omitiendo lo que les desagrada. Dejando a un lado el juicio de la conciencia, que corresponde a Dios, puede hacerse otro cálculo político; cálculo por cálculo.
     El bisabuelo del próximo rey fue enviado al exilio por los monárquicos desafectos, hartos de aguantarlo, no por los republicanos que no tenían fuerzas para derribar el régimen monárquico; fue el último gobierno de Alfonso XIII el que entregó el poder al Comité Político de los republicanos, no se lo quitaron. Dentro de los pocos monárquicos que hay en España ¿dónde hay más, entre los católicos o los anticatólicos? ¿Es un acierto político enajenarse al sector más favorable a base de desprecios? Si alguien cree que por no ir a misa obtendrá, de los enemigos de la monarquía, algo más que desprecio y seguir intentando el cambio de régimen está en las nubes.
     Cuando veo lo que hacen y dicen algunos eclesiásticos en torno a los reyes tengo la impresión de que no se han enterado de qué va la cosa. Saben que existe una separación Iglesia-Estado pero siguen pensando que hay una especie de alianza entre el altar y el trono. Los políticos pueden llevar a cabo políticas contrarias a los más elementales principios del derecho natural y el Rey sancionarlas con su firma, pero el Rey sigue la tradición católica de sus antepasados y bla, bla, bla. Difícilmente se puede mantener la cordura si se juntan en la misma cabeza esta idea y la realidad de los últimos 39 años, pero así estamos.
     Ya que estamos en una situación de separación de Iglesia y Estado y que ningún rey va a cambiar esto ni tiene la menor intención de hacerlo creo que habría que profundizar en el significado de tal separación: la Iglesia no le hace ningún caso al Estado, ni tiene que complacerlo en nada, ni pasarle la mano por el lomo a los políticos (incluidos los hereditarios); con cumplir las leyes en lo que no se opongan a Dios hay más que de sobra. Que en el futuro se muere alguno y quiere funeral católico: que se vaya a la parroquia y lo atienda el párroco, como mandan los cánones; que quiere contraer matrimonio canónico: a la parroquia. Nada de ceremonias a toda catedral con obispo incluido. La Iglesia no es una empresa de servicios que proporciona ceremonias vistosas por encargo.
     El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, ha salido a echarle un capote al próximo rey diciendo algo así como que si el día en cuestión no va a misa eso no significa que no vaya a aparecer por alguna iglesia algún otro día. ¿Por qué no le deja que se tome él próximo rey la molestia de justificarse si es que considera que tiene algo que justificar? ¿A qué viene tanta oficiosidad cortesana? D. José María, no le debe nada, no tiene que salvarle la cara ni a él ni a nadie, usted trabaja para la Iglesia no para reyes de este mundo.

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