lunes, 9 de junio de 2014

Ordenación de dos presbíteros

Los ordenandos ante el Arzobispo.
     El Domingo de Pentecostés asistí a la ordenación de dos presbíteros en la Catedral de Oviedo, clero indígena, uno de Avilés y otro de Lugones.
     La ceremonia transcurrió muy bien, excelentemente preparada en todos los aspectos; había fe y gana de hacer las cosas bien, como debe ser cuando se da culto a Dios. Duró un poco más de dos horas.
     Al inicio conté dos obispos, 82 presbíteros y dos diáconos; el número de presbíteros aumentó a lo largo de la celebración, no solo por el sacramento del orden. Los fieles me parecieron muchos para esta ordenación, quizás 400; seña de que los ordenandos tienen muchos parientes, amigos y personas que los quieren bien en los sitios por los que han pasado, aparte de los que vamos a estas cosas por pura afición.
     En las ordenaciones, de las que asisto a muchas de las que se celebran en la Catedral, me gusta todo, sea la presentación de los candidatos o la letanía, la imposición de manos o cuando ya se revisten como presbíteros, la primera vez que al llegar la Consagración extienden la mano y pronuncian las palabras...
Los dos turiferarios
preparados para la
Consagración.
     Como curiosidades puedo mencionar que de los dos nuevos presbíteros uno lo habló todo, lo mismo durante el canon que en los agradecimientos finales, y otro no dijo nada; no sé si estaba afónico, emocionado o qué motivó el hacer así las cosas.
     Durante la consagración se incensó, como era de esperar en celebración tan solemne, pero con dos turiferarios y dos incensarios, cosa que nunca había visto o no me había fijado. Sirva para compensar por los templos donde se usa incienso de menos.
    La schola cantorum, o sea el coro, estuvo muy bien y al final cantó una cosa que no sabía lo que era hasta que logré entender dos palabras “surrexit Dominus”, debía ser el Regina Coeli en una versión que jamás había oído. La polifonía suena muy bien pero como forma de transmitir contenidos es lamentable, la letra resulta ininteligible.
La credencia acabada
la misa.
     Acabó la celebración con el doble aleluya que despide el tiempo pascual, mientras lo cantábamos apagaron el cirio pascual. Como ya dije todo estaba bien preparado y ejecutado: lo hicieron dos acólitos, uno con el apagavelas y otro con una escalera para que el del apagavelas pudiese alcanzar el cirio, pues estaba muy alto.
     El Señor que ha llamado a estos jóvenes a ser sus ministros les conceda una fecunda vida sacerdotal y nos dé muchos más como ellos. ¡Envía Señor obreros a tu mies!

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