miércoles, 3 de septiembre de 2014

Otro problema que tendrá solución biológica

Estas no están extinguiéndose,
claro que son de las
que llevan hábito.
     El Cardenal Müller ha concedido una entrevista en la que, entre otras cosas, habla de unas monjas estadounidenses completamente desnortadas. Se trata de la organización que agrupa a más superioras de monjas viejas en Estados Unidos y a menos superioras con vocaciones jóvenes, la Leadership Conference of Women Religious, organización acogedora y comprensiva con todo lo progre y heterodoxo y experta en silencios estruendosos en cuestiones como el aborto. Desde la Santa Sede han tratado de reconducirlas a la catolicidad pero se resisten fuertemente, al menos eso he sacado en limpio de las noticias de los últimos años y ahora parece confirmarlo el Cardenal.
     Según http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/mueller-36063/ el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe se ha referido a esas extraviadas monjas indicando que no son todas las de Estados Unidos, solamente las de esa asociación, y ni siquiera todas las monjas de las congregaciones representadas en la Asociación pues han recibido numerosas cartas de las que sufren mucho por la dirección en que les llevan sus superioras.
     El Cardenal termina recordando que las congregaciones metidas en esa deriva de error y rebeldía corren el riesgo de extinguirse, pues carecen de vocaciones, y calificando la situación con una formula muy benévola, casi beatífica, al decir que en la Santa Sede hay un concepto diferente de la vida religiosa al que tienen esas superioras y que esperan poder ayudarlas a encontrar su identidad.
     Hace tiempo que vengo pensando en la utilidad de la biología para la solución de problemas en la Iglesia. Hay multitud de disidentes, progres, desnortados, etc. que se niegan a reintegrarse a la fe y disciplina en que fueron formados y hasta abrazaron con entusiasmo en sus mejores épocas. En tales casos lo deseable es la conversión, todos somos pecadores y todos hemos de convertirnos continuamente, pero muchos se niegan en redondo, quieren que la Iglesia se desvíe de Cristo y abrace sus errores de doctrina y vida. Cuando lo mejor no funciona queda la segunda opción, la extinción. Se trata de personas y movimientos estériles que, como esas monjas expertas en disidencia eclesial, no suscitan vocaciones y el simple paso del tiempo lleva a la muerte y extinción.
     Se me viene a la mente el caso de los muchos sacerdotes secularizados y casados en España y otros países. Hace años se hablaba mucho del problema de tales sacerdotes, no pocos personajes y movimientos de dudosa fidelidad eclesial clamaban porque fuesen admitidos de nuevo al ejercicio del ministerio sacerdotal y se les confiasen tareas pastorales (seguirían siendo sacerdotes secularizados pero sólo un poquito), que si la disminución del número de sacerdotes por falta de vocaciones se podía paliar de esa manera, etc. Creo que en años recientes se oyen mucho menos propuestas de este tipo, cosa lógica pues la mayoría de los sacerdotes secularizados durante la gran espantada que se dio en el pontificado de Pablo VI ya son muy viejos o han muerto y al coro de sus partidarios le ha pasado otro tanto. Otro problema que ha tenido solución biológica; el Señor también lo es del tiempo y la biología.
     En el caso de las órdenes religiosas suicidas se da un problema particular: es frecuente que tengan mucho patrimonio en forma de conventos, colegios y otros edificios. Se puede dar el caso, y ya está ocurriendo, de que ese patrimonio acabe en malas manos y usos francamente poco aconsejables. Pero este es otro problema.

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