lunes, 21 de abril de 2014

Asistencia a la Vigilia Pascual

     Desde hace unas décadas tengo la impresión de que aumenta la asistencia de fieles a la Vigilia Pascual, el interés y aprecio por ella. La asistencia todavía es algo pequeña para la celebración más importante del año litúrgico, pero no tan pequeña si consideramos la historia y circunstancias actuales.
Cristo ayer y hoy.
Principio y Fin.
Alfa y Omega.
Suyo es el tiempo
y la eternidad.
A Él la gloria y el
poder por los siglos
de los siglos. Amén.
     La Vigilia Pascual es antiquísima e históricamente ha gozado del mayor aprecio, pero la verdad es que, al menos en el Rito Romano, perdió parte de su carácter durante siglos y la Vigilia a la que ahora asistimos viene de Pío XII en cuanto a momento de la celebración y coherencia con lo que se pretende celebrar. Así que tradición en los libros y entre los estudiosos de la liturgia, mucha; tradición entre el común de los fieles, bastante menos.
     Hasta la reforma de Pío XII lo que hoy llamamos Sábado Santo se llamaba comúnmente Sábado de Gloria y la Vigilia Pascual se celebraba en la mañana de ese sábado. En 1951 el Papa autorizó trasladar la celebración a la noche, el horario propio de una vigilia, y desde 1956 hizo obligatorio celebrarla en la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección. Fruto de esta historia es que algunos católicos piadosos, tan fieles practicantes cuan ancianos, siguen sin asimilar la actual Vigilia Pascual entre su práctica religiosa y recordando que antes se celebraba el Sábado de Gloria y por la mañana repicaban las campanas y... Se encuentran algo despistados y desplazados con el cambio.
     Para que una práctica cultual, penitencial, piadosa o cualquier otra cosa buena arraigue entre los fieles pueden ser necesarios siglos y con la Vigilia Pascua solamente llevamos décadas que, para empeorar las cosas, y empeorarlas mucho, trajeron los trastornos posteriores al Concilio Vaticano II, más la secularización galopante y la apostasía tan masiva como silenciosa (suficientemente silenciosa como para que algunos obispos puedan seguir haciendo como que no la perciben). Que en este contexto la Vigilia Pascual vaya para arriba, en vez de para abajo como tantas otras cosas en la Iglesia que peregrina en España solamente me sugiere una cosa ¡Milagro de Dios!

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