jueves, 24 de abril de 2014

Preferencias políticas y Magisterio

El Beato Pío IX, el Papa
de pontificado más
largo y persona de
buen humor a pesar de
los problemas que tuvo.
     La política de España y la generalidad de los países occidentales no solamente transcurre al margen de Dios, nociones de ley natural o la doctrina de la Iglesia; también se halla tan lejana a la mera lógica y coherencia que es difícil hacer juicios sobre el conjunto de la política de un gobierno, una ideología o un partido político. Sí se puede, y se debe, hacer juicios sobre políticas y leyes concretas, actos de gobierno, propuestas de los programas de los partidos, etc. En muchos casos son simples monstruosidades.
     La doctrina de la Iglesia tiene una coherencia bimilenaria que le viene de la fidelidad a la Revelación constantemente estudiada, celebrada y vivida. Además la Iglesia nunca ha estado escasa de intelectuales, los llamamos teólogos, capaces de sistematizar y presentar coherentemente el mensaje de Cristo; los pastores incluyen estudios teológicos en su formación y le dan uso para ilustrar a los fieles. La máxima simbiosis de sistematización teológica y difusión del Mensaje se da en los catecismos, desde los más sencillos dirigidos a niños al magnífico Catecismo de la Iglesia Católica ¡Dios bendiga a cuantos colaboraron en él! Cualquier fiel católico, pero hace falta que sea fiel, que haya recibido una catequesis medianamente buena puede orientar su vida con una coherencia y una fidelidad a la voluntad de Dios más que notable, incluso en circunstancias muy difíciles y frente a tanta mentira como puebla el mundo.
     La situación en el campo de la política actual es la opuesta. Existen doctrinas políticas con un nivel intelectual apreciable de elaboración y coherencia interna pero, o pertenecen a un pasado ya desacreditado (en el catolicismo dos milenios son plena actualidad pero en política un siglo ya significa pasado y anticuado) o carecen de auténtica difusión y conocimiento. Muchas ideas políticas se instrumentalizan como eslogan, etiqueta, marchamo o coartada para hacer los políticos lo que les da la gana; puede que parte de las ideas floten en el ambiente más o menos deformadas y que en el hacer y deshacer político se apliquen algunos principios de ideologías concretas, pero es muy escaso el número de personas que tiene un conocimiento sistemático de alguna de ellas, que sabría orientar su vida, si quisiera hacer tal cosa, en base a una ideología.
     Los católicos, acostumbrados como estamos al carácter permanente de nuestra doctrina y su coherencia, corremos el peligro de juzgar las prácticas e ideas políticas como si formasen parte de un edificio bien trabado e inmutable en el tiempo, lo que ni lejanamente es cierto. A principios del siglo XXI el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, siguen siendo lo mismo que en el siglo XIX; las ideologías políticas liberales, socialistas, conservadoras... o lo que proponen y practican los partidos políticos que llevan esas denominaciones puede ser muy diferente en cada siglo. Por ello no podemos tomarnos las condenas que en el pasado los papas hicieron de diversas ideas y prácticas políticas como directamente aplicables a los que ahora utilizan la misma etiqueta; hay que mirar qué doctrinas y actos son condenados y aplicar esas condenas a las doctrinas y actos equivalentes actuales, cualquiera que sea su denominación o disfraz. Lo contrario puede ser instrumentalizar el Magisterio para justificar nuestras filias y fobias políticas.
     Un caso interesante es el del Syllabus, publicado por el Beato Pío IX juntamente con la encíclica Quanta cura el 8 de diciembre de 1864, del que con mucha frecuencia se dice que condena el liberalismo. Lo condenado en el Syllabus bien condenado está, y condenaría el liberalismo, o lo que comúnmente era considerado liberalismo en 1864, pero en el contexto actual es tan aplicable o inaplicable al actual liberalismo como al actual socialismo o a casi cualquier otra tendencia política presente. Basta ver algunos ejemplos sacados de ese catálogo de errores:
     Los puntos 2 y 3 del Syllabus son actuales, creo que mucho más actuales ahora que en 1864, pues condenan las siguientes proposiciones: “2. Debe negarse toda acción de Dios sobre los hombres y sobre el mundo.” y “3. La razón humana, sin tener por nada en cuenta a Dios, es el único árbitro de lo verdadero y de los falso, del bien y del mal; es ley en sí misma y por sus fuerzas naturales basta para procurar el bien de los hombre y de los pueblos.” ¿Condena del liberalismo? Y del socialismo, la ideología de género, el comunismo, el... ¿Existe actualmente alguna ideología o partido político que no incurra en el desprecio absoluto de Dios, la Revelación o la simple idea de ley natural como guía política? Quizás algunos totalmente marginales.
     Por su actualidad de estas semanas comento el punto “26. La Iglesia no tiene derecho nativo y legítimo de adquirir y poseer.” Me parece que esta condena es aplicable a los que quieren quitar a la Iglesia la catedral de Córdoba, y no son liberales sino socialistas en alianza con islamistas, aunque nadie haya dicho que el Syllabus está dedicado a condenar tales ideologías.
     “39. El Estado, como quiera que es la fuente y origen de todos los derechos, goza de un derecho no circunscrito por límite alguno.” Los políticos, de izquierda a derecha, suelen decir que si los derechos humanos, que si... pero actúan como actúan, como si el Estado fuese el origen de todo, la fuente de todo bien y derecho, sin límite a la hora de meterse en todo, incluidas las conciencias ¿qué es, si no, la Educación para la Ciudadanía o la persecución a los que se oponen a la implantación de la dictadura homosexual?
     ¿Conocemos algún partido político liberal, socialdemócrata, comunista o conservador que defienda la indisolubilidad del matrimonio? Alguno hay que dice ser contrario al divorcio rápido y frívolo instalado en la legislación española, pero ni con mayoría absoluta hace algo por la estabilidad del matrimonio. Todos incurren en la condena de la siguiente proposición: “67. El vínculo del matrimonio no es indisoluble por derecho de la naturaleza, y en varios casos, la autoridad civil puede sancionar el divorcio propiamente dicho.”
     Estos son algunos de los ejemplos de condenas del Syllabus aplicables a unos y otros, pero hay otras ideas y prácticas política por las que también son condenables la generalidad de los liberales, socialista, conservadores, ultraizquierdistas y demás fauna política actual. Piénsese en el aborto, grandísimo derecho en la legislación actual de muchos países, el matrimonio entre personas del mismo sexo, absurdo igualmente instalado en diversas legislaciones, y los cambios de sexo favorecidos y pagados en España con el dinero de los impuestos. El Syllabus no condena ninguna de estas tres cosas, los santos varones que intervinieron en su redacción recibieron de Dios la gracia de no tener que ver ni sospechar tales aberraciones y los liberales del siglo XIX no llegaron a caer tan bajo, pero no por ello son menos condenables la casi totalidad de los políticos actuales que o están totalmente a favor de estos males o disimulan tan bien su disgusto con ellos que ni intentan hacer algo para evitarlos.

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