Un sacerdote me hizo observar que la formulación habitual del tercero de los misterios luminosos del rosario “El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión” parece demasiado débil al hablar de invitación, como si acoger el Reino y convertirse fuese algo sin demasiada importancia que se puede aceptar o rechazar sin mayores consecuencias. Dado que es sacerdote católico, y de los que rezan, me pareció su opinión digna de considerarse.
Los misterios luminosos fueron introducidos por San Juan Pablo II a través de su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae del 16 de octubre de 2002. En el punto 21 de esa carta enuncia los misterios luminosos y da una pequeña explicación de cada uno.
El enunciado de los misterios es el siguiente:
Si communitati christianae significare cupimus quinque praecipua tempora — mysteria videlicet luminosa — huius vitae Christi intervalli, designari apte credimus haec: 1. Eius in Baptismate apud Iordanem; 2. in sui ipsius autorevelatione apud Canense matrimonium; 3. in Regni Dei proclamatione coniuncta cum invitamento ad conversionem; 4. Ipsius in Transfiguratione ac denique 5. in Eucharistiae institutione, quae nempe sacramentalis est paschalis mysterii declaratio.
La web del Vaticano incluye la traducción española de la carta apostólica:
Deseando indicar a la comunidad cristiana cinco momentos significativos –misterios «luminosos»– de esta fase de la vida de Cristo, pienso que se pueden señalar: 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su autorrevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.
No es que Google sea una autoridad en lengua latina, ni menos en catolicismo, pero su traductor no está nada mal y nos da la siguiente versión del tercer misterio:
En combinación con el llamado a la conversión en el anuncio del Reino de Dios.
Suena a español americano, pero también a tradición católica al introducir llamada en vez de invitación.
Un diccionario latino puede decirnos que “invitamentum -i” significa invitación, reclamo, atractivo.
La misma carta apostólica nos explica el significado de ese tercer misterio:
Est insuper lucis mysterium ipsa praedicatio qua Dei Regni nuntiat adventum atque ad conversionem hortatur, eorum condonans peccata qui humili fiducia ad Eum accedunt; hoc initium fuit misericordiae ministerii quod usque ad mundi terminum exercere perget praesertim per Reconciliationis sacramentum Ecclesiae suae concreditum.
Y nuevamente la web vaticana nos proporciona una traducción con el matiz de invitar:
Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión, perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe, iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia.
Google vuelve a proporcionarnos una traducción bastante aceptable con el matiz de llamar:
Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios, llama a la conversión y perdona los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe; Este fue el principio del ministerio de la misericordia que hasta el fin del mundo seguirá ejerciendo ha confiado a su Iglesia, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación.
Nueva petición de ayuda a un diccionario nos lleva a que el término “hortatur” contenido en la explicación, tercera persona del singular del presente de indicativo de “hortor” puede significar cosas como “anima”, “exhorta”, “incita” y hasta “propugna”; en español esto parece algo más enérgico que “invita”.
Me gustaría más un enunciado del misterio como “El anuncio del Reino de Dios llamando a la conversión”, pues llamada, vocación, es algo más tradicional en la forma católica de expresar la relación entre Dios y el hombre y no me parece que quede fuera de las posibilidades de una traducción que ha de ser fiel a las lenguas entre las que se efectúa y al patrimonio compartido de emisor y receptor; no es obligatorio ni aconsejable traducir igual un texto de un químico dirigido a otros químicos que un texto de un papa santo dirigido a los católicos.
Cualquiera que sea el enunciado lo mejor es que recemos el rosario, poco importa si nos ayuda a llegar al Cielo por invitación o por llamada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son leídos antes de publicarlos.