martes, 20 de mayo de 2014

Homilía que me deja recuerdo

     El pasado domingo, el quinto de Pascua, se proclamó el capítulo 14 del Evangelio de San Juan que incluye la siguiente afirmación del Señor: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.” El que habla con ciencia divina, Cristo, se sabe el único camino, no uno entre varios posibles, la única verdad, no uno de sus aspectos parciales, el que nos puede dar una vida que ningún otro nos puede comunicar. Para mayor claridad recalca que solamente por Él se puede llegar al Padre, solamente Él nos salva. Los que dicen otras cosas ¿con qué ciencia hablan?
     Me gustó la orientación que dio el sacerdote, a una de las homilías de las que me beneficié espiritualmente en ese día, al enlazar esta declaración de Jesús de Nazaret, o sea, del Verbo encarnado, con la Iglesia, con la Católica, que tiene a Cristo por fundador y cabeza y fuera de la cual no hay salvación “extra ecclesiam nulla salus”. ¿Dónde hemos de ir a buscar una mercancía sino donde está el único que la tiene?
     En un sermón con tintes terroríficos y antiecuménicos; terrorífico pues habló de la posibilidad de no salvarse si se rechaza a la Iglesia ¡qué poco buenista! y antiecuménico por decir que hay una Iglesia fundada por Cristo y las demás no valen lo mismo ¿pero no habíamos quedado en que es lo mismo ser católico que protestante o budista? de paso ¡qué poco multicultural!
     Utilizó y leyó preguntas del Compendio del Catecismo y algún punto del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la necesidad de integrarse en la Iglesia para la salvación (y el que no reciba la gracia de hacerlo en este mundo lo hará en el futuro, si es salvo) y remató con el apartado 14 de la Lumen Gentium; sí, ese que pronostica el Infierno para los que culpablemente se nieguen a entrar o perseverar en la Iglesia. Recuerden los adoradores del “espíritu del Concilio” que la Lumen Gentium es una de las dos constituciones dogmáticas del Vaticano II, los dos documentos conciliares de mayor categoría, a los que hay que hacer más caso.
     Me parece que ese domingo escuché cuatro homilías, una por radio y las otras tres en carne mortal, y la única que recuerdo es esta que comento; la más larga de todas, mucho más de lo que recomienda el Papa Francisco. Debe ser que mi memoria tiene cierta selectividad y prefiere retener las cosas que se presentan con más nivel y fundamentación teórica, digo, teológica. Tampoco fui el único fiel que tuvo la fortuna de apreciar la predicación, sé que el presbítero recibió algún otro agradecimiento.

1 comentario:

  1. Querido Carcatólico de Gijón;

    ¿A qué misas va usted? ¿Desde cuándo una homilía se asienta sobre el Catecismo de la Iglesia Católica?

    Ese es un documento superado ya. Conce´tos como el infierno, o la salvación son categorías propias de dogmáticos anclados en el pasado. Se empieza por ahí y si te descuidas acabas hablando de Jesucristo como redentor de la humanidad.

    Alguien que aproveche un evangelio como el del domingo, como una oportunidad excepcional para hablar de la Verdad, de la dictadura del relativismo… de la Iglesia como único camino de salvación… sin duda no está bien de la cabeza. Me viene uno ahora a la mente…

    Yo tuve la suerte de acudir a una eucaristía mucho más entonada con el mundo, en la que la homilía fue preciosa. En este momento no recuerdo de qué hablo, pero sin duda fue muy sugerente.


    PD. Recuerdo que mi mujer, fruto del arrebatamiento místico me preguntó que qué había dicho el cura en el sermón. A lo que le tranquilice diciendo que su nula comprensión sólo era un signo de inteligencia.

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