miércoles, 8 de octubre de 2014

Seguimiento del Sínodo sobre la familia (II)

     El día 6 de octubre empezó con un saludo del Papa a los sinodales. Aparte de los agradecimientos y cortesías es importante su insistencia en que hablen sin temor a desagradar, que hablen con libertad y, supongo, que con autoridad ya que utilizó la palabra “parresía” para indicar la forma en que quiere que hablen los miembros del sínodo.
     Supongo que para tranquilizar a los que temen derivas heréticas en el Sínodo, el Papa terminó diciendo que se desarrolla siempre “cum Petro et sub Petro” y que la presencia del Papa garantiza la fe. ¡Dios le oiga!
     El Cardenal Lorenzo Baldiseri, Secretario General del Sínodo, hizo la relación inicial. Empezó con un montón de saludos, agradecimientos y un relato extenso de la preparación de esta reunión sinodal. Entre tanta cosa ceremonial una recomendación a los reunidos “... buscar la verdad, que no es un concepto abstracto, fruto de especulación filosófica o teológica, sino la persona de Cristo, Hombre-Dios, hombre histórico e Hijo del Padre...” Yo habría mencionado lo de Hijo del Padre antes que lo de hombre histórico, por si acaso. También dio indicaciones sobre normas de funcionamiento del Sínodo.
     El Arzobispo de Barcelona, Cardenal Martínez Sistach, pronunció una homilía durante el rezo de la Hora de Tercia. Fue algo de circunstancias recorriendo brevemente varios temas, quizás el eje más destacado fuese la alegría de evangelizar.
     El Presidente Delegado del Sínodo, supongo que “Delegado” vendrá de que el Presidente Titular será el Papa, Cardenal Vingt-Trois, dirigió un saludo a los presentes (por falta de saludos que no quede). Agradeció al Papa conceder al Sínodo dos sesiones para tratar el tema y no estar apurados para resolver todo en estas dos semanas de reunión. Afirmó que la marcha de las familias está en el corazón de las preocupaciones de nuestros contemporáneos y formuló como preguntas estas preocupaciones: ¿Cómo asegurar la solidaridad entre las generaciones? ¿Cómo establecer las mejores condiciones para el cuidado y educación de los niños que son nuestro porvenir? ¿Cómo facilitar a un hombre y una mujer que se unen uno con la otra que lleguen a ser el uno para el otro artífices de felicidad y paz? Puede verse que el Cardenal Vingt-Trois no considera que las preocupaciones de nuestros contemporáneos vayan por el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar; tampoco yo considero que las grandes inquietudes de la humanidad vayan por ahí.
     El Relator General, Cardenal Péter Erdö, leyó una relación previa a las discusiones, una exposición general sobre todo lo que se considera oportuno tratar en esta asamblea sinodal. Ya en las primera líneas afirmó que “el mensaje de Cristo no es cómodo” y pocos párrafos después que “...las problemáticas familiares más graves hay que considerarlas como un signo de los tiempos, a discernir a la luz del Evangelio...”. Es decir, los signos de los tiempos no son algo que tenemos que adorar, sino que juzgar como buenos o malos según lo que diga Cristo.
     Difícil contar todos los aciertos de este texto del Cardenal Erdö. Al empezar sus análisis punto por punto, en el primero de ellos, ya da la clave de la levedad intelectual y vital que aqueja a gran parte de la población de los países desarrollados “Muchos de nuestros contemporáneos encuentran dificultades a la hora de razonar lógicamente, de leer textos largos. Vivimos en una cultura de lo audiovisual, de los sentimientos, de las experiencias emocionales, de los símbolos.” “Muchos conciben su vida no ya como un proyecto, sino como una serie de momentos en los cuales el valor supremo es sentirse bien, estar bien.”
     Todo el texto, sus puntos de vista y sugerencias son, de principio a fin, manifiestamente conforme a la fe de la Iglesia y al buen sentido. Ni por lo más remoto sugiere dar la comunión a los adúlteros.
     El Cardenal Vingt-Trois hizo una presentación breve de la primera parte del “Instrumentum laboris” relativa al designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, tras lo cual dieron su testimonio personal dos cónyuges australianos que llevan 55 años casados (bueno parece que solo habló el marido). Es encantador lo que cuenta sobre como se enamoró de su mujer, muestra que ha fundado su matrimonio y familia sobre Cristo, una seria práctica religiosa y el buscar la guía de la Iglesia; conoce las dificultades por las que atraviesan otros muchos y admite que cuando leía documentos de la Iglesia le parecían de otro planeta por lo difícil del lenguaje e irrelevantes respecto a sus propias experiencias.
     Tras todos estos discursos y exposiciones vino un debate entre los padres sinodales que, según la reseña oficial, estuvo también lleno de buen sentido y libre de estridencias y disparates. Si ha sido exactamente así doy gracias a Dios por ello y si no ha sido tan idílico le pido que todo lo reconduzca para bien.

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